A. Otero / N. Mojón / VIGO/Santiago

Viven para contarlo. Pero buena parte de los 131 pasajeros del vuelo 0581 de Iberia Vigo-Madrid que ayer aterrizó de emergencia en Lavacolla temieron lo peor. Sobrevolaron el interior de Galicia durante 60 angustiosos minutos con una rueda del tren central de aterrizaje deshecha nada más despegar de Peinador. Para Iberia, en cambio, durante ese viaje de infarto "no hubo peligro en ningún momento para los pasajeros".

A las 7.00 horas salió de Vigo el Airbus 321 hacia Barajas. La normalidad acabó a los pocos minutos. Cuando el avión, aún en ascenso, enfiló hacia Madrid, se escuchó un fuerte ruido en el interior y comenzó a oler a quemado. En ese momento, el comandante informó al pasaje de un "problema técnico en el tren de aterrizaje".

Fuentes de Iberia explicaron que "por causas todavía desconocidas", el tren de aterrizaje registró una temperatura excesiva y que por ello el comandante decidió dejarlo desplegado para mantener fríos los neumáticos, aunque no pudo evitar que reventara una de las cuatro ruedas centrales. Para no seguir hacia Madrid en esas circunstancias, puso rumbo a Lavacolla, cuya torre de control, informada de la situación, ordenó activar el protocolo de emergencia. Es el segundo incidente en pocos días, tras el rayo que impactó en un avión el pasado fin de semana.

Aena movilizó a más de un centenar de efectivos, entre bomberos, policías, ambulancias y técnicos. La dirección del aeropuerto compostelano suspendió el tráfico aéreo (medida que se prolongó durante una hora y que motivó el desvió de tres vuelos) y ordenó cubrir la pista de espuma para evitar que una subida de temperatura acabara en el incendio del aparato.

A bordo reinaba la tensión. Sobre todo cuando la tripulación volvió a indicar a los pasajeros las salidas de emergencia. "Eso te mosquea mucho, porque es de lo primero que te dicen nada más colocarte en el asiento. Yo estaba tranquilo hasta ese momento", razonaba Xaime Regueiro.

El avión volaba muy lento, casi planeaba. Cuando enfiló hacia la pista, el pasaje se sobresaltó al ver el manto de espuma y la flota de vehículos de emergencias. "Unos cerraban los ojos, otros cruzaban los dedos", confesaba otro pasajero. La maniobra acabó a las 8.01 horas y mejor de lo esperado. Algunos viajeros calificaron el aterrizaje de "suave y perfecto". En agradecimiento, brindaron un entregado aplauso al comandante.