¿Quién no se ha tragado una espina de pescado? La inmensa mayoría de las veces, esa raspa se evacúa por vía natural. Sin embargo, en algunas ocasiones, varía la dirección que debería tomar en el recorrido del sistema digestivo, y con sus extremos puntiagudos, atraviesa la pared gastrointestinal. En 24 horas, esa persona sentirá un fuerte dolor abdominal. Al ser un síntoma común a otros problemas, no le servirá al médico para diagnosticar la causa. Pedirá una prueba de imagen y, lo más probable, es que acaben haciéndole un escáner. Y ahí aparecerá. Pero lo hará como una pequeña marca que suele pasar desapercibida. "Solo se ve lo que se busca y solo se busca lo que se sabe", cita el jefe de Radiodiagnóstico de Povisa, el doctor Francisco Tardáguila. Y en su servicio han aprendido a buscar las espinas clavadas desde que, hace algunos años, se dieron cuenta de que son casos "relativamente frecuentes".

Llevan localizadas alrededor de 150 en un lustro. El doctor Tardáguila sospecha que en esto tiene algo que ver que Vigo sea el primer puerto europeo y que la población del área consuma más pescado y menos procesado que en otras. Allí donde forme parte de la dieta, habrá casos, "pero no en todos los sitios se darán cuenta de que hay una perforación". O, por lo menos, no rápidamente.

¿Cómo las buscan en Povisa? Unen las "lonchas" de menos de 0,5 milímetros en las que el escáner "filetea" el cuerpo y hacen una reconstrucción de las pequeñas marcas -tan minúsculas, que "si no las buscas, se te pasan"- que sospechan que puedan ser una espina.

¿Y esto que permite? Un diagnóstico rápido y que el paciente llegue pronto al quirófano para resolver una perforación que puede provocar importantes complicaciones, si el líquido intestinal se escapa por el orificio creado. Sin esta herramienta, ante el empeoramiento de un paciente y al desconocer la causa, se abre para buscar la zona enferma. Con ella, el cirujano no solo sabe la causa, sino también dónde está, por lo que puede dirigirse directamente a ella con técnicas mínimamente invasivas que redunden en una más rápida recuperación del paciente.

Otro descubrimiento que han hecho es que los más afectados por estos casos son los mayores con dentaduras postizas, ya que la prótesis les resta sensibilidad para percibir las espinas.

De este hallazgo no solo se han beneficiado los pacientes de Povisa. El servicio vigués dio la voz de alarma en el congreso internacional de Radiología -que se celebra en Chicago- y, desde entonces, los radiólogos están más pendientes de esta posibilidad. Han realizado una ponencia al respecto en el reciente congreso de la Sociedad Española de Radiología Médica, que fue reconocida.

En esta cita nacional, el servicio de Povisa fue uno de los más galardonados, con dos Magna Cum Laude, dos Cum Laude y dos certificados de mérito. Para el doctor Tardáguila es un orgullo, sobre todo porque, no tienen la casuística ni la tecnología de los hospitales más grandes del país. "Pero le ponemos imaginación y ganas", destaca este jefe, que "estimula" la investigación en su plantilla de 16 radiólogos y 7 residentes.

Otra de las ponencias por las que recibieron elogios fue la de los daños en dispositivos implantados -como marcapasos, desfibriladores, stents o catéteres de quimioterapia-. Cada vez hay más personas con estos aparatos que pueden sufrir problemas como, por ejemplo, que un electrodo se mueva de dónde debería estar. Hicieron un listado con todas las cuestiones que se pueden detectar con una radiología de tórax para que los radiólogos se puedan formar en ellas.