Los accesos de Vigo. Los conductores que ayer por la mañana circularon por las autopistas AP-9 y AG-57 o la autovía A-55 tuvieron que armarse de paciencia para llegar a sus destinos. Las obras en el puente de Rande y el denso tráfico de los otros dos viales motivaron que los principales accesos a la ciudad sufriesen una circulación congestionada. En el caso de la AP-9 se trata del enésimo atasco en cuestión de semanas. Después de limitar los cortes de tráfico durante el puente das Letras Galegas, el Ministerio de Fomento ha vuelto a restringir el paso por el viaducto, lo que provoca atascos en las horas punta.

En las últimas semanas los colapsos incluso han llevado a algunos usuarios a negarse a pagar los peajes de la AP-9 y motivaron que los Concellos de Vigo, Redondela, Moaña y Cangas, además de los empresarios y la Valedora do Pobo, planteasen la necesidad de levantar las barreras cuando los atascos compliquen la circulación.

A pesar de esa exigencia, la reunión que mantuvieron la semana pasada Fomento y Audasa se saldó con un tibio compromiso del ministerio. En un comunicado el departamento de Íñigo de la Serna se comprometió solo a que las barreras de peaje se levanten "en casos muy concretos" y "tras el pertinente análisis de la situación".

Además de a la AP-9, los atascos también afectaron ayer a la A-55, una autovía clave para las comunicaciones de la ciudad, ya que la conecta con los polígonos industriales de Mos y Porriño, así como con Portugal y Madrid. A principios de mayo los trabajos de reforma en el vial se retomaron tras meses completamente paralizados. Las obras permitirán mejorar la seguridad en la autovía, que soporta el "punto negro" más peligroso de España y un grave problema de siniestralidad. El presupuesto del proyecto asciende a 5,98 millones. Cuando se inició la reforma, en octubre de 2015, el compromiso adquirido por el ministerio era finalizarla en un plazo de 19 meses. Antes de que expirase ese margen, el año pasado el departamento de De la Serna anunció que las obras no se culminarían hasta septiembre de 2018, el compromiso que sigue en vigor.

La tercera vía que ayer sufrió embotellamientos fue la AG-57, la autopista del Val Miñor, que enlaza Baiona con Vigo y que desemboca en la VG-20 y la AP-9. Según los últimos datos publicados por Fomento, correspondientes a 2016, la autopista registra una media de 10.800 vehículos diarios en el punto en el que entronca con la AP-9, de los que algo más del 4% son camiones. Las mismas tablas del ministerio muestran que la A-55 en el acceso a la ciudad -a la altura de Avenida de Madrid- roza los 39.200 vehículos diarios y la AP-9 supera los 54.500 a su paso por Teis.

Fomento prevé que las obras en Rande que más afectan al tráfico estén concluidas antes de que termine mayo. Los trabajos se iniciaron en febrero, apenas un mes y medio después de que se inaugurase la ampliación del viaducto.

El secretario general del PSdeG en la provincia, David Regades, tacho ayer de "tomadura de pelo" los anuncios hechos la semana pasada por Fomento y Audasa sobre el levantamiento de peajes en la AP-9 durante los atascos. "Hoy mismo [por ayer] llegaban hasta el túnel de Puxeiros y las barreras estaban bajadas", censuró el socialista.