La flamante honoris causa de la Universidad de Vigo es una referencia internacional en su campo de investigación, la microcalorimetría, y a sus 89 años echa en falta el trabajo en los laboratorios. Pionera en sus estudios y también como mujer dedicada a la ciencia cuando pocas lo hacían, Inmaculada Paz Andrade (Pontevedra, 1928) se considera una triunfadora y anima a los jóvenes a luchar por sus carreras.

-¿Cómo fue al acto de investidura?

-La gente me felicitó muchísimo, así que me imagino que les gustó. Tenía dos discursos, uno más científico y el otro más comedido, pero al final opté por el light y encantó. Fue una forma de decirle a la gente joven que hay que luchar mucho para llegar. Yo trabajé como una mula, tengo casi 300 trabajos publicados.

-Ahora mismo la carrera de investigador es compleja e inestable, y llevamos muchos años de recortes. Pero usted construyó sus propios calorímetros en Santiago cuando creó su grupo. ¿Eran peores aquellos tiempos?

-En aquel momento los calorímetros solo se hacían en Francia porque eran muy caros. Mi profesor Calvet me regaló 4 termopilas y los planos, eso era muchísimo dinero. Yo fui la primera mujer de Santiago que salió al extranjero, la primera nombrada profesor adjunto, la primera que ganó la plaza por oposición, la primera que sacó la cátedra... Y estoy aquí todavía. ¿No os dais cuenta? El que lucha y lucha bien, de forma honesta, pues siempre gana.

-¿Ése es su consejo para los científicos jóvenes?

-Sí. Es muy emocionante el conseguir resultados, cuando descubres alguna cosa bonita y que tiene importancia y utilidad pues te gusta. Y como te gusta sigues y sigues.

-En su discurso nombró a su profesor Skinner, de Manchester, que le animó a seguir la carrera académica en un momento de duda.

-La situación en Santiago era tan imposible... Pero yo no me quiero quejar porque soy una triunfadora. Me puse a estudiar Farmacia porque me convalidaban asignaturas y me iba a marchar de analista a la Seguridad Social. Estuve haciendo prácticas en el hospital de Santiago para marcharme. Y llamé a Skinner que me dijo que de ninguna manera y me animó a irme a Manchester.

-¿Y siempre se planteó regresar a Galicia?

-Nunca me planteé quedarme en el Reino Unido. Mi hermano empezó a tener sus hijitos y yo a enamorarme de mis sobrinitos. Venía siempre que podía a verlos. La familia tira, yo siempre fui muy de la familia.

-De hecho quiso que el acto fuese en Pontevedra.

-Aunque también estudié parte del Bachillerato en Vigo y es una ciudad a la que quiero mucho, me gusta tanto como Pontevedra. Soy celtista desde pequeñita y estoy muy contenta de que siga en Primera y fastidiada por que el Betis esté donde tenía que estar el Celta.

-Estos días ha mostrado su descontento porque no pudo seguir trabajando en Santiago.

-Fui emérita durante 6 años en Santiago y a los 76 me nombraron profesor ad honorem, que es para toda la vida, pero no me dejaron seguir trabajando. Me cerraron el despacho y los laboratorios de incendios. Y tenemos un índice de peligro que es una gozada. Cuando las cosas se están haciendo bien, parar una investigación... pues allá el que lo hace.

-Otros países no malgastan así el talento y la experiencia...

-No. Rita Levi-Montalcini, que fue Premio Nobel de Medicina, se murió a los cien años siendo catedrática en la Universidad de Roma. Y el Nobel de Física de hace unos años Isamu Akasaki es profesor en Kioto y tiene mi edad. No pretendo compararme con un Nobel. Tengo 89 años pero mi cerebro está perfectamente. ¿Por qué me tengo que meter en casa a rezar el rosario? Yo no pedía sueldo, solo usar mi despacho y mis laboratorios, pero no.

-Fue pionera en su línea de investigación y también como mujer científica.

- Voucho dicir en galego. O que quere traballar busca a vida, e ó que non lle gusta traballar rasca a barriga. Quería ser médico pero mi madre no me dejó, estudié Ciencias y después me gustó la investigación y en los laboratorios fui muy feliz.

-Le dio clase al rector Salustiano Mato, que en al acto destacó su capacidad de escucha. ¿Cómo era en su faceta de profesora?

-Bastante buena, yo creo. Nunca les hice perrerías, procuré ser clara, muy humana. Y ponía el aprobado en 4,5 en época de Franco, cuando teníamos orden del ministerio de aprobar solo al 16%. Pues yo aprobaba al 40 o al 50%, a aquellos que yo consideraba que tenían que aprobar. Y alguna vez las autoridades académicas me llamaron la atención, pero no les hice caso ninguno.

-¿Y Mato cómo era de estudiante?

-Era muy bueno, siempre lo fue. Es muy inteligente.

-¿Inspiró muchas vocaciones científicas?

-Pues sí, gente que se metió a hacer la tesis y se encontraron conmigo. Tengo un montón de pupilos. Diez catedráticos de Santiago hicieron la tesis conmigo. Y también José Luis Legido, mi padrino, y Marta María Lado, que fueron los que me propusieron como honoris causa. A todos les ayudaba a hacer la tesis y a promocionarse en su carrera. Siempre fui muy positiva. Si una persona es inteligente ¿por qué no va a triunfar? Hay que empujarles. Desgraciadamente los españoles son muy envidiosos, digo son porque yo no lo soy. Me siento orgullosísma de ser española, gallega y de ayudar a la gente. El país iría mucho mejor si la gente fuese más generosa.

-Tiene la Medalla Castelao, la de la Sociedad de Química o el Premio Wonemburger, entre muchos otros, ¿cuál le hace más ilusión?

-El honoris causa, sin duda ninguna. Ni mi maestro francés ni el inglés fueron nunca doctores honoris causa.