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El potencial investigador rompe la báscula

La Oficina de Medio Ambiente de la Universidad retiró el año pasado más de 22 toneladas de residuos procedentes de su actividad técnica y científica, la más alta en las últimas dos décadas

Hugo Barreiro

El empuje investigador y científico de la Universidad de Vigo en los últimos años ha sido parejo al incremento de los residuos peligrosos generados de la actividad de cada una de las facultades y centros de los tres campus. Así, la Oficina de Medio Ambiente (OMA) retiró el año pasado 22.827 kilos de desechos frente a los escasos 16.000 registrados un lustro atrás o los 4.935 recogidos hace dos décadas.

Los datos ponen de manifiesto además un progresivo repunte en los últimos ejercicios tras la caída registrada en 2012 derivada de los recortes en financiación y reducción de proyectos. "La producción y volumen de residuos está vinculado a la actividad. La crisis de hace años nos influyó mucho porque no había subvenciones para proyectos de investigación y eso se manifestó en que al haber menos trabajo se generaban menos residuos", evidencia Benedicto Soto, director del servicio de la institución académica.

Estas 22 toneladas suponen la mayor cifra de desperdicios peligrosos recogidos por la OMA en veinte años y aunque los logros en I+D son en gran parte "culpables" de ello, las nuevas técnicas de ensayo en laboratorio mucho menos agresivas favorecieron a frenar este impacto ecológico. "Hay una gran sensibilidad para reducir su impacto, por ello intentamos emplear técnicas de análisis o estudios que generen un menor volumen o una menor toxicidad posible. Y se está logrando", añade Soto. ¿Cómo? El director de la OMA apunta a una reducción en el uso del cromo, un metal oxidante con bastante toxicidad. "Estamos reduciendo mucho los residuos peligrosos como el cromo o similares. Por ejemplo, una mezcla crómica se emplea para lavar como un oxidante muy potente. Pues cuando en 2015 generamos casi 200 kilos, el año pasado se generaron 78. Hay técnicas analíticas que te permiten hacer la determinación de carbono en muestras que no utilizan cromo", sostiene Benedicto Soto.

Seis meses de almacenado

Atendiendo a la estricta normativa, la OMA realiza dos recogidas al año -una cada seis meses- ya que este es el tiempo máximo que "por ley"se pueden almacenar los remanentes tóxicos. "El servicio de gestión lo lleva a concurso una empresa. Nosotros solo los recogemos, pero su gestión lo lleva una empresa externa", aclara el académico.

¿Y qué se considera residuo peligroso? Desde las baterías y pilas, hasta las lámparas fluorescentes y aparatos electrónicos. En 2014 se recuperaron 348 equipos informáticos destinados a fines sociales mientras que en 2015 gestionó otros 750 ordenadores inutilizables, más de cuatro toneladas. En esta catalogación también entran residuos como sólidos contaminados, disolventes, disoluciones ácidas o citotóxicos.

Si bien esta recogida se hace semestralmente en cada uno de los centros y edificios, son las facultades de Ciencias Químicas, Ciencias del Mar y Biología las mayores productoras de desechos peligrosos. "Son donde están los laboratorios, porque en Industriales por ejemplo, sí hay investigación, pero no requieren estos laboratorios, es más mecánica o eléctrica; no genera este tipo de residuos. En el campus de Ourense por ejemplo, es la facultad de Ciencias, donde está Ingeniería Agraria y Tecnología de Alimentos la que genera mayores residuos peligrosos", explica Soto.

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