Tras una campaña en la que ha aprendido "muchísimo", Emilio Fernández confía en que la participación en las elecciones de mañana sea "alta". Su duda está en el colectivo de estudiantes, pero como candidato se ha comprometido a "reactivar" el asociacionismo para implicarlos en la política universitaria. "Se sienten clientes en lugar de miembros de una comunidad. Ahí estamos fallando", reflexiona.

-¿Llegó a cansarse de que la otra candidatura tildase la suya de continuista durante la campaña?

-Cansarme no. Entiendo que es una estrategia que les genera rédito electoral. Pero me cuesta muchísimo pensar que se pueda convencer a alguien de esta Universidad de que una candidatura continuista tenga los apoyos y las personas que llevamos en nuestro equipo. ¿Hay gente del gobierno actual? Sí. ¿Y de la oposición? Sí. ¿En la otra lista hay personas que históricamente han estado con el gobierno? Sí. ¿Y que son delegadas del rector actual? Sí. Nuestra candidatura no es continuista excepto si serlo significa no tocar lo que está bien hecho. No vamos a modificar lo que funciona por la mera razón de que lo ha hecho una persona distinta a mí.

-Desde H2040 atribuyen su visión más optimista sobre la Universidad a que forma parte de su gobierno.

-No somos oposición y no tenemos la obligación de tener una visión pesimista ni de marcar distancias. Sí de hacer un análisis frío y hay cosas que funcionan mal, evidentemente. Pero no tenemos que decir que todo está mal para justificar que, pese a pertenecer toda la vida al grupo que ha gobernado durante decenas de años, ahora hay que hacerse visible como oposición. El equipo de "Pachi" está en contra de. Nosotros queremos construir modificando lo que está mal. Pero nuestra posición es siempre positiva y no estamos de acuerdo en que haya que levantar a la institución. Pasamos una crisis durísima y hay desilusión. No negamos la realidad, pero no es verdad que estemos peor que nuestras vecinas.

-Antes de la campaña, la otra lista ya se comprometió a reducir las horas máximas de docencia. Usted también acabó proponiendo lo mismo, ¿se vio obligado?

-No. Empezamos más tarde y hemos hecho un proceso diferente para llegar a acuerdos y construir un programa. Y además tuvimos que medir muy bien las propuestas con fuertes implicaciones económicas. El planteamiento de rebajas docentes lineales no nos gusta, pero creemos que el "decreto Wert" es lesivo. Planteamos que ningún profesor dé más de 240 horas de clase si quiere hacer otra cosa: un proyecto de innovación, un contrato con una empresa, divulgación... Trabajos que ya se hacen pero que no están reconocidos. Hay capacidad de contratación para eso. Pero también quiero transmitir un mensaje a la sociedad. Una hora de clase equivale a los 9 o 10 segundos de un sprinter de 100 metros listos. Hay mucho entrenamiento detrás. Un profesor también hace tutorías o corrige exámenes y trabajos. No es que queramos trabajar menos, sino mejor.

-Ha insistido en que no endeudará a la institución. ¿Cree que la otra candidatura podría hacerlo con algunas de sus propuestas?

-No podemos decirle a todo el mundo lo que quiere oír porque los recursos son muy limitados. Y sí que oigo ofertas que a nosotros, cuando echábamos cuentas, no nos daban. Especialmente sobre personal. Como toda administración pública tenemos un techo de gasto. No vamos a endeudar a la Universidad y, por otro lado, somos compañeros, no políticos profesionales. No puedo asumir que, si gano, al día siguiente me pidan hacer lo que prometí y yo les diga que no puedo.

-Reprocha a la Xunta que no actúe como coordinadora de las universidades y le exige más financiación por objetivos.

-Debería tener una actitud más proactiva para que colaboremos. Las políticas de centros singulares, por ejemplo, van en la línea de que compitamos entre nosotros. No nos oponemos a ello, pero ¿por qué no nos permiten centros mixtos para aprovechar los recursos del territorio? Las negociaciones sobre financiación son duras. Soy muy dialogante y más partidario de pasar las horas que sean discutiendo que de grandes algarabías, pero voy a defender esta casa .Y siempre dentro de lo sensato.

-Habla de una encrucijada histórica por el descenso de alumnos o la entrada de universidades privadas.

-Afortunadamente, esto último todavía no está sobre la mesa, pero debemos prepararnos. Por eso es fundamental tener un plan estratégico. Cuando los recursos no son infinitos se es mucho más eficaz si se concentran en líneas estratégicas. Apoyamos la especialización de campus y abordaremos los futuros títulos entre todos, no como un trabajo del gabinete del rector. Pero, de momento, nuestra preocupación es poner en marcha los grados de Diseño y Creación e Ingeniería Biomédica. No podemos fallar, deben tener la máxima calidad desde el principio. Y los futuros grados tienen que ser atractivos y alineados con nuestras capacidades reales y lo que nos pide el entorno.

-La Universidad ha potenciado estos años su relación con la sociedad, ¿percibe interés por las elecciones?

-Sí y eso es muy bueno. Partimos de una buena base en cuanto al capital relacional con instituciones y tejido socioeconómico. La Universidad se ha ganado una marca y el reto es que nos quieran muchísimo más. Para ello potenciaremos Torrecedeira, nuestro emblema en Vigo, la nueva sede de O Berbés y la ETEA.

-Reigosa no está de acuerdo con el polo de emprendimiento planteado allí.

-La sensación es que lo que está en riesgo es el Campus del Mar. Me sorprende que un candidato a rector no utilice el campus de excelencia de la Universidad como palanca para impulsarla. Entiendo que puede ser una estrategia. A lo mejor consideran que no ha sido exitoso. Yo sostengo que sí desde el punto de vista humano, de imagen de marca y económico. Nuestro equipo lo apoyará y también el proyecto definido para la ETEA en colaboración muy intensa con Zona Franca. No creemos que sea necesario segregar más a los grupos de investigación, que ya están en el campus y en Toralla. Es una oportunidad muy fuerte para conectar con los empresarios y beneficiará a todo el tejido socioeconómico ligado al mar.

Viajero desde antes de nacer, y apasionado lector y celtista

Emilio Fernández es gallego por convencimiento materno. Sus padres -vigués él, de Muros ella- vivían en Puertollano y, a un mes de dar a luz, su madre no dudó en hacer más de 800 kilómetros a bordo de un camión de Campsa, la empresa para la que trabajaba el padre, con el empeño de que su primer hijo naciese aquí. "Tenía que ser gallego como fuese", comenta entre risas. Tras una travesía así, resulta comprensible que sus dos hermanos pequeños viniesen al mundo en Santander, el siguiente destino laboral de la familia y donde el candidato a rector vivió hasta que se fue a Oviedo para estudiar Biología.

Allí le fascinó la asignatura de Ecología y tutelado por su mentor y hoy amigo, el catedrático vigués Ricardo Anadón, realizó su tesis doctoral sobre las microalgas costeras. Siguió formándose en el extranjero y en los 90 regresó a su ciudad natal para trabajar en el Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC, donde permaneció un año antes de entrar en el 95 en la Universidad.

Ha calculado los kilómetros recorridos como director del Campus del Mar: nada menos que 50.000. No han sido tantos en campaña, aunque su agenda le ha llevado de forma intensa por las tres ciudades donde está presente la Universidad e incluso ha descubierto senderos peatonales del agreste campus vigués.

Casado "con una de Santoña", tienen un hijo de 28 años que estudió Química en As Lagoas-Marcosende. Socio y devoto confeso del Celta, le apasiona la lectura y suele combinar varios títulos a la vez. Últimamente, alterna una novela histórica -El puente de Alcántara- con Entre el mundo y yo, del escritor y periodista de Baltimore Ta-Nehisi Coates, y un libro en inglés sobre la historia de Alemania.