Los megáfonos sonaban constantemente anunciando el turno de participantes en cada una de las 150 máquinas instaladas en el hall del Auditorio Mar de Vigo. Y es que el número de participantes del X Campeonato Internacional Radikal Darts sobrepasó los 3.000 llegados de 12 países diferentes, incluso de EE UU y Asia.

Ayer fue el turno de las finales de parejas, donde 800 jugadores compitieron por demostrar su mejor puntería. El viernes fue el turno de las competiciones individuales, masculinas, femeninas y sub-16 mientras que el sábado se disputaron las pruebas equipos donde un grupo gallego logró la segunda plaza en la final del Nivel 1 en la modalidad 501 (es la que se disputa durante todo el campeonato).

El seguimiento de este evento no solo estuvo secundado por los propios participantes, sino que fueron más de 1.500 los visitantes o acompañantes que no duraron en asistir a uno de los eventos con más cogida en la ciudad. Se trata del segundo Mundial que acoge la ciudad olívica y la organización no puede estar más satisfecha. "Hemos visto una gran acogida por parte de la ciudad y también de los participantes, el nivel está siendo muy bueno y el apoyo por parte del ayuntamiento por cedernos el espacio también", apunta Alejandro Álvarez, director deportivo del evento.

Y es que pocos recintos habrían podido albergar tal movimiento de gente que se fraguó ya desde primera hora de la mañana. Muchas familias aprovecharon la cita "para venirse toda la semana a la ciudad o incluso grupitos de amigos que participan juntos se pillaron varios días en el trabajo para visitar Vigo", reconocía Álvarez, quien cifraba en cerca de "500.000 euros el beneficio que puede generar para hoteles y restauración" este evento a nivel internacional.

Los premios que dejó también son de primera categoría: 20.000 euros y la posibilidad de participar en un campeonato en Las Vegas. "Incita mucho más esto que el premio en metálico", bromeaba el director deportivo.

¿Y qué perfil tiene un jugador de dardos? Alejando Álvarez lo define brevemente. "Suelen ser hombres, aunque es verdad que vinieron muchas mujeres también, a los que se gusta salir a un bar y jugar en las máquinas de dardos, así nace la afición porque en verdad todos son amateurs, es decir, tienen sus trabajos y esto es un hobby para ellos", apunta el directivo.

En la tarde de ayer se disputaron las últimas pruebas y el centenar de máquinas y megafonía apagó sus luces quién sabe si hasta el año que viene.