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Sebastián Álvaro: "Hacer cosas imposibles no es de alocados, sino de gente inteligente, audaz y prudente"

El periodista y aventurero cuenta en el Chuvi el proyecto "¿Y si te dijeran que puedes?" contra el estigma de la esquizofrenia

Sebastián Álvaro, en el monte Wandell, en la Antártida.

Las personas con enfermedad mental son capaces de hacer cualquier cosa si se lo proponen. Eso es lo que muestra el documental "Di_Capacitados. ¿Y si te dijeran que puedes?", en el que pacientes con esquizofrenia y que nunca habían hecho deporte escalaron el pico más complicado de España. Detrás del proyecto está el creador de "Al filo de lo imposible", Sebastián Álvaro. De la mano de la Asociación DOA, Psiquiatría del Chuvi y la farmacéutica Janssen, el periodista y aventurero presentará la cinta este martes en el Cunqueiro, junto a protagonistas de esta expedición, de una entidad de Vizcaya (Avifes). El objetivo de la cita es demostrar que "si se cree en ellos y se les acompaña, es posible que consigan alcanzar el objetivo que se propongan", destaca el colectivo.

-¿De dónde nace este proyecto?

-En un congreso de Psiquiatría, hablando del estigma de la enfermedad mental, me plantearon qué podríamos hacer en "Al filo" con personas con esquizofrenia, debidamente medicadas. Se me ocurrió el Naranjo de Bulnes, que es la montaña que mejor representa la escalada de dificultad en España. Lo que surgió como una charla se convirtió dos años después en un proyecto concreto, que reflejamos en el documental "¿Y si te dijeran que puedes?" Es toda una propuesta de ruptura con lo que hasta ahora se pensaba que eran las limitaciones de personas con enfermedad mental.

- ¿Qué hacía un aventurero en un congreso de Psiquiatría?

-Di una charla sobre qué se pueden hacer con la cabeza bien amueblada. Es plantearte hacer cosas imposibles. En contra de lo que muchos piensan, no son el producto de gente alocada, sino inteligente, audaz y prudente, que cree que planteándose las cosas con sensatez y, al mismo tiempo, valentía se puede lograr lo que el resto ve imposible. La historia del progreso de la humanidad es la de personas que creyeron que podían hacer lo imposible.

- ¿Las personas que sufren esquizofrenia tienen más dificultades que otras para enfrentarse a una escalada como esta?

-El documental no solo nos dio la oportunidad a un montón de amigos de "Al filo" y a mi hijo, que fue el realizador y director, de hacer una herramienta útil para luchar contra el estigma de la enfermedad mental. Sobre todo, nos enriqueció. Hay muy pocas cosas en España tan desconocidas como la enfermedad mental. Sufre ocultación y marginación. Lo primero que descubrimos es que son pacientes como cualquiera de nosotros de cualquier otra cosa. Y detrás de eso, hay personas con sueños, que se plantean retos y lo que hay que hacer es ayudarles a conseguirlos. No quiere decir que vayan a vencer todas las dificultades, pero tampoco el resto. Dicho esto, eran gente que no había escalado antes y que con una preparación de meses, fueron capaces de escalar la cara sur de este pico, todo un reto.

- Tras dirigir un programa que le daba tanta importancia a la calidad fotográfica de la imagen, ¿cuál es el paisaje que más le ha enamorado?

-Me han enamorado un montón y lo siguen haciendo. Acabo de venir de la Antártida y vengo fascinado. En realidad, los que más me subyugan y que fueron el objetivo de "Al filo" son los que aún están ajenos a la domesticación y que nos enseñan la tierra primitiva: los paisajes montañosos, la Antártida, el Polo Norte, las selvas de Tierra de Fuego o el cañón del Yarlung Tsangpo y los grandes desiertos, como el Gran Mar de Arena o el desierto de Takla Makan. Aún hay una buena porción de la tierra ajena a la urbanización del hombre.

- ¿Lleva la cuenta de todas sus aventuras?

-Más de 220 expediciones.

- ¿Cuál atesora con más cariño?

-Son todas hijas mías. De la gran mayoría guardo grata memoria y de otro puñado, tristezas porque lo pasamos muy mal o porque perdimos compañeros. Pero todas me enriquecieron y me hicieron como soy. La primera expedición al Karakórum me cambió la vida. Como el interior desolado de la Antártida, que es lo más salvaje que queda en nuestro planeta. Es la belleza del fin del mundo.

- ¿Cuál es la espinita que se le ha quedado clavada?

-De algunas volvimos derrotados. Quizás la que más siento es la del pilar oeste del Makalu. Una escalada de 8.463 metros que intentamos dos veces. Pero hay que aprender a vivir también con la renuncia y el fracaso que, por otro lado, nos hace mejores. Una de las mayores dificultades es sobrevivir al éxito. Nos envanece y nos hace peores personas y, sin embargo, la adversidad te forja y te une a tus compañeros. Desde luego, me gustaría repetir esa expedición y culminarla.

- Es bastante crítico con la televisión pública actual. ¿Cuál es su mayor problema?

-En estos 40 años el país ha ido, sin duda, a mejor; pero, la televisión pública, a peor. Ha hecho dejación de lo que debe de ser su función. Debe servir para hacer mejores ciudadanos y cohesionar el país. Fomentar la cultura y los valores que nos hacen mejores, que tienen que ver con la honradez, con la honestidad, con la valentía. Eso, estaba mejor en la tele que yo conocí, con dos obras de teatro a la semana, 15 series documentales, un programa de debate de nivel como "La Clave"... Echo de menos esa tele.

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