Una media de cuatro víctimas de violencia de género a la semana llaman por primera vez a la puerta de la Rede de Mulleres Veciñais contra os Malos Tratos para pedir su ayuda. Tras ella, un equipo multidisciplinar les ofrecerá una atención integral e individualizada encaminada a su recuperación psicológica, pero también social y laboral. Les apoya legalmente, les prepara para denunciar a su agresor, les orienta en la solicitud de prestaciones y de otros recursos, les ayuda en la integración laboral... Pero, sobre todo, les ofrecen un acompañamiento cercano para que puedan superarlo y minimizar sus secuelas. Para desarrollar parte de estas intervenciones, la asociación necesita voluntarias. La próxima semana ofrece formación específica para los interesados en colaborar.

La red, con sede en el número 12 de la calle Oliva, recibió 227 casos nuevos a lo largo del año pasado. A estos hay que añadir los expedientes de otros años aún abiertos. "Tenemos mujeres que llevan tres años", cuenta su coordinadora, Rosa Fontaíña. En total, realizaron con las víctimas casi un millar de intervenciones en 2017 -966, en concreto-, lo que suponen casi tres al día. En estas cifras no están contabilizadas todas las consultas que reciben vía telefónica, ni aquellas preguntan por cuestiones como divorcios o acuerdos mutuos. Sobre estos últimos, Fontaíña advierte: "Siempre pierde la mujer, que accede a lo que quiere el maltratador". "Hay algunos que no entiendo cómo los aceptan en el juzgado", reprocha.

El perfil mayoritario de la mujer que acude a la red es el de española, de entre 18 y 40 años, con hijos menores a su cargo, con estudios básicos, que está en el paro. "Antes teníamos muchísimas extranjeras, que lo tienen más difícil, pero se marcharon con la crisis por la falta de trabajo", cuenta Fontaíña. El año pasado representaron solo el 18% de los casos, con 16 nacionalidades: rusa, brasileña, uruguaya, boliviana, nigeriana, paraguaya, rumana, venezolana, marroquí, argentina, portuguesa, peruana, colombiana, mexicana, francesa y británica.

Aunque las estadísticas no permiten un análisis minucioso en este aspecto, Fontaíña ha constatado que "aumentó mucho la gente joven". Un 1% son menores y casi la mitad (49%) no superan los 40 años. Un 4% superan los 65.

Dos de cada cinco tienen estudios básicos (40%) y una cuarta parte, medios. "El maltrato no tiene que ver con el nivel académico, pero los que tienen estudios superiores [25%] acuden menos a estos servicios, se amañan de otra manera", explica.

Un tercio trabaja; un 37% recibe prestaciones; y otro 29%, no tiene ningún tipo de ingreso. "Toda separación empobrece a las mujeres", sostiene Fontaíña. Resalta que la paga como víctima solo dura un año y que "hay datos de que el 70% de los maltratadores no pagan las pensiones". Y casi tres cuartas partes de ellas tienen hijos menores. "En el Centro de Emergencia hay muchas madres y es una tremendísima tragedia", lamenta.

La mayoría de ellas ya han interpuesto la denuncia contra su agresor cuando recurren por primera vez a la red. "Van sin tratamiento psicológico previo y vienen mal, porque el juzgado cada vez funciona peor", denuncia Fontaíña, que alude a falta de formación en violencia de género y sensibilización. "La conclusión a la que llegas es que existe presunción de mentira sobre la denuncia de la mujer", asegura.

Las visitas a los juzgados suponen el 70% de los 102 acompañamientos a las víctimas que la red realizó el año pasado. Las recogidas de enseres, otro 10%. Cuando entran en el Centro de Emergencia, muchas mujeres salen de casa con lo puesto. Siempre con orden judicial y escolta policial, para no exponerla a riesgos, la red la acompaña a coger sus cosas. También van con ellas a comisarías, centros de salud, abogados...

La asociación, creada hace 20 años, defiende el acompañamiento como "fundamental" para eliminar las secuelas de la violencia. "La ayuda mutua y tener un punto de encuentro, como es la Rede de Mulleres, sirve para romper el aislamiento social y familiar al que están sometidas", subraya. La atención directa a víctimas solo es una parte de la actividad. También trabaja por la concienciación, prevención y denuncia social con diversas actividades.