A Benjamín Suárez lo recuerdan por muchas cosas. Por ser buen economista, por su función como Interventor en el Concello de Vigo, por sus conocimientos de la estructura económica municipal, por su exquisita relación social con los diversos grupos de diferente ideología, por su prudencia y por su empecinado vicio de fumar. Generoso, prudente y libre, en el buen sentido machadiano de la palabra, Benjamín era un hombre bueno. Este documentalista e intérprete de la economía pública de la sociedad viguesa, no practicaba el oficialismo -tan al uso- en sus informes de aquellos tiempos en los que el sistema democrático entregaba el poder a la oligarquía financiera. Muchas fueron las enseñanzas que nos dejó el maestro Benjamín Suarez, a quienes le conocieron y a quienes no, porque a estos últimos les hereda los modernos y complejos cimientos de la economía del Concello de Vigo.

Quiso irse de manera sencilla como había vivido, porque la muerte, su muerte, es parte de la vida. Hoy no está de luto Vigo. Por su ejemplo ético lo están los funcionarios municipales de todos los ayuntamientos de España. Se ha ido sin la pompa que rehuía. Que la música y todas nuestras palabras le acompañen. Paz en su tumba.