El obispo Luis Quinteiro Fiuza volvió a exhibir su cercanía con los fieles congregados en las calles de la ciudad. Saludó a todos los presentes durante la procesión y dedicó unas emotivas palabras hacia la multitud, tanto en Porta do Sol, donde bendijo los ramos, como en la Iglesia de Santiago de Vigo, donde se acordó especialmente de los más pequeños. "Quiero agradecer su presencia, que es realmente importante en estos tiempos", apuntó el obispo al termino de la marcha religiosa de La Borriquilla, la más emotiva para él de todas las que se celebran en la urbe olívica. No es para menos, porque los vecinos siempre responden y llenan las plazas por las que transcurre la comitiva.

Junto a él completaron el recorrido, desde María Auxiliadora hasta Santiago de Vigo, algunos concejales del gobierno municipal, ediles del PP y otras autoridades. Aunque los que mas simpatizaron con Quinteiro Fiuza fueron los cientos de familias viguesas. Justo antes y después de la bendición de los ramos en la zona cero de la urbe, uno de los momentos más espectaculares por el sonido que desprenden los olivos y las palmas al ser zarandeados en el aire, los niños presentes en la procesión aprovecharon el descanso para fotografiarse y contemplar de cerca a la figura de Jesús sobre La Borriquilla.

Entre nubes y claros la comitiva completó el recorrido en hora y media. Desde la escalinata del templo de García Barbón el obispo pidió que la tradición del Domingo de Ramos se mantenga viva para seguir contemplando al gentío en las calles.

Y es que La Borriquilla luce gracias a la gente. Sin su presencia, la procesión perdería la espectacularidad que la caracteriza. De hecho, muchas familias solo acuden a este desfile religioso, obviando los que se celebran en Jueves y Viernes Santo. "Es la más bonita que hay y nosotros llevamos viniendo muchísimos años. Somos de Vigo, nos encanta y solemos acudir acompañados de nuestros seres queridos", explicaron Mónica Cameselle y su marido, que este año asistieron con su ahijada María Isabel.

Ayer era normal ver en las aceras a varias generaciones de una misma familia. Era el caso de Cristina Cabrera, su hija Marta y sus nietos Sancho y Blanca. "Yo antes iba solo a la Misa en Santiago de Vigo, pero desde que están los niños hacemos la procesión entera. Es algo que no queremos perder", explicó Cabrera.

Los pequeños Iria e Izan no se han perdido ninguna procesión de la Borriquilla desde que nacieron, y lo hicieron ya hace algunos años. Sus padres, que viven en Alcabre, se encargan de transmitirles su fervor por el Domingo de Ramos. "Venimos a La Borriquilla porque es la que más nos gusta de todas", apuntaron.