El "Lady A", atracado en el pantalán de Marina Davila, en Bouzas. // Ricardo Grobas

Tan pronto se confirmaba la entrada de una ciclogénesis explosiva en la costa atlántica para los próximos días comenzaron a sonar los teléfonos en Marina Davila. Llamaban los capitanes de tres megayates que desde las ocho de la tarde de ayer comenzaron a llegar a la dársena de Bouzas con la intención de refugiarse aquí hasta que amaine el temporal que atraviesa su ruta hacia el Norte.

El primero en arribar a la ría viguesa fue el Lady A que como los otros dos procedía de Gibraltar, parada que esta clase de buques suele aprovechar para repostar. De 55 metros de eslora por 12 de manga, este megayate británico construido en 1986 está todavía muy lejos en dimensiones y servicios a los otros palacios flotantes que han recalado en este puerto como el Luna, que con sus 115 metros de eslora por 20 de manga se erigió en 2014 como el mayor megayate atracado en Vigo.

Mientras el Lady A fijaba amarras en Marina Davila, otro lujoso buque con igual rumbo navegaba todavía a la altura de Leixões (Portugal). Teniendo en cuenta la velocidad que llevaba ayer tarde -de 12 nudos, 21 km/h-, la previsión para el Azamanta situaba su atraque en torno a la seis de esta madrugada. "Viene a medio gas", aseguran quienes conocen las referencias de este megayate botado en 2015 de 55 metros de eslora por 9 de manga. Medios especializados en este sector lo destacan por sus potentes motores y la configuración de sus casco preparado para surcar todo tipo de mares, incluso helados.

En última posición de esta flotilla que busca refugio en Vigo llegó el más pequeño de los tres. El Noorderzon, de 36 metros, no se parece en nada ni a sus dos compañeros de ruta viguesa ni a lo que cualquiera podría entender como una megayate. De hecho su aspecto coincide más con un remolcador, y tal vez lo fuera en su día antes de la reconversión en un buque muy demandado para expediciones de aventura.

La arribada de esta flotilla prueba la demanda creciente de las instalaciones de Bouzas para estancias de buques que requieren de servicios muy específicos y exigentes. Por estas fechas casi siempre es el mal tiempo lo que les trae a Vigo, pero aunque breves en duración, estos atraques sirven para dejar buen sabor a sus capitanes. "Así vuelven y por más tiempo, como ya está sucediendo", apunta el máximo responsable la marina boucense, Joaquín Davila.