"A ver si revienta la cocina y te mueres tú con ella". Ésta es solo una de las innumerables frases que tuvo que escuchar una mujer víctima de la lacra del maltrato durante un infierno que se prolongó la friolera de 49 años. Los mismos que duró su matrimonio. A lo largo de casi cinco décadas su marido se dirigió a ella con desprecios, humillándola y aislándola socialmente. Hasta el punto de que el hombre no le permitía tener dinero o comprar ropa. Incluso le escondía la comida. O no le comunicaba las citas médicas.

La situación ya tocó a su fin. En el verano de 2016 el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo, que se hizo cargo de la investigación, prohibió al hombre aproximarse a su esposa. El matrimonio se separó. El juicio se iba a celebrar ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Vigo, pero el caso se saldó con una vista de conformidad tras alcanzar un pacto el fiscal, la acusación particular y la defensa. La juez dictó sentencia in voce en la sala. El hombre, de más de 70 años de edad, aceptó la autoría de un delito de maltrato habitual: se le impusieron 21 meses de cárcel, pero eludirá el ingreso en prisión condicionado a que no vuelva a delinquir en tres años y a que se someta a un programa formativo y terapéutico en materia de violencia de género.

El septuagenario no podrá acercarse o comunicarse con la que fue su mujer durante 4 años y medio. También debe indemnizarla con 16.000 euros por daño moral: la cuantía se hará efectiva en el momento de la liquidación de la sociedad de gananciales derivada de la separación de la pareja, que tiene cuatro hijos. También estaba acusado de otro delito leve de vejaciones, pero esta imputación se retiró.

La Fiscalía relataba en su escrito de calificación provisional la pesadilla vivida por esta víctima desde el inicio de la convivencia -se casaron en 1967- y de forma habitual hasta que la relación cesó en 2016. El hombre ejerció desde sobre su esposa "un dominio y control" sobre su vida, "aislándola socialmente y no permitiendo que se relacionase con otras personas", llegando a romper un teléfono que le regaló un hijo.

El matrimonio estuvo plagado de humillaciones. El hombre, por ejemplo, se negaba a arreglar la tubería del gas diciéndole: "A ver si revienta la cocina y te mueres tú con ella". "También le decía que no arreglaba las escaleras para ver si se caía y se moría", concreta la acusación. Durante los últimos 20 años de convivencia no le permitía comprarse ropa o le escondía la comida. Y en los últimos tiempos tampoco le dejaba tener dinero, negándoselo él cuando ella se lo pedía.