Crisanto Pereira y Maribel Alfaya conocen la ciudad al dedillo. La de ahora y la que había hace cuarenta años. Chóferes expertos, ambos pasaron por las calles de la urbe olívica miles de veces. Durante sus viajes diarios hicieron amigos, sufrieron atracos e incluso recibieron insultos e improperios. Nada les impidió disfrutar de una profesión que ahora recuerdan con añoranza. Los dos exconductores de Vitrasa rememoran con FARO miles de anécdotas en una compañía que este año celebra su 50 aniversario y que prepara innumerables sorpresas que irá desgranando poco a poco en los próximos meses.

Pereira se sentó por primera vez al volante de un bus de la concesionaria viguesa en 1973. Su compañera lo hizo a comienzos de los 90, aunque su llegada marcó un antes y un después. "Fui la primera conductora de autobuses que hubo en Vigo", comenta orgullosa. Muchas otras llegaron después gracias a su trabajo y tesón. "Tuve compañeras que me dijeron que yo les desperté el gusanillo por los autobuses. Es una satisfacción muy grande y ojalá sean más en los próximos años", relata.

Sus inicios no fueron sencillos. Sus padres no querían que se dedicara a una profesión "de hombres", pero nada la podía frenar. Consiguió los carnés de camión y autobús a la primera y no dudo en irse al extranjero para poder cumplir su sueño. "Hice decenas de viajes por Italia y Holanda para una compañía de viajes. Fueron los primeros que me dieron la oportunidad y es algo que no he olvidado", anota Alfaya, que recuerda que muchas otras empresas se rieron de ella cuando les entregaba el currículo. "No me quitaron la esperanza. Quería ser conductora de autobús y lo logré", señala.

Poco después se incorporó a la plantilla de Vitrasa. "La acogida de mis compañeros fue excelente. Es cierto que fui la primera mujer de la empresa, pero ellos siempre me vieron como una conductora, lo que eran ellos", comenta. También los clientes la respetaban, aunque muchos se extrañaban de que la persona que llevase el autobús fuese una mujer. "Primero me pedían precaución pero cuando les tocaba bajarse en su parada se acercaban y me felicitaban", recuerda Alfaya.

Ella solo conoció los actuales modelos verdes y sus predecesores, pintados en un llamativo tono rojo. Pero esos no fueron los únicos. "Yo llevé los azules, que fueron los primeros de todo", interrumpe Pereira, que rememora todos sus cambios. "En 1972 había tornos para controlar el acceso, los asientos estaban hechos de madera y el cambio era semiautomático de bola", anota el conductor, que destaca los avances que fue introduciendo Vitrasa. Así, Vigo fue la primera ciudad que tuvo toda su flota accesible a discapacitados y la pionera en incorporar el servicio Wifi.

La última novedad también es aplaudida por los dos conductores. Las paradas antiacoso ya han sido utilizadas por más de una treintena de mujeres en la ciudad. "Cualquier medida de seguridad es una buena noticia", apunta Pereira. "Apoyo la medida, pero creo que también sería necesario hacer algo para proteger a las conductoras que llegan al final de una línea en una zona separada del casco urbano", comenta Alfaya. Ambos sufrieron percances durante su vida laboral. "Aprovechaban que bajábamos a por un café o al baño para forzar la puerta y llevarse la caja. Por suerte para nosotros en ningún asalto nos amenazaron con un arma", señala la pareja de conductores.

La casualidad provocó que la última parada de su último trayecto fuese la misma. "Los dos acabamos en el cementerio de Coia. No sé si quiere decir algo o no, pero es algo curioso que siempre nos acompañará", explica Pereira. La de su compañera llegó por sorpresa. "Sabía la fecha en la que me iba a jubilar, pero unos días antes tuve que pedir la baja por una lumbalgia y todo se precipitó", recuerda Alfaya.

De todos estos años lo que más destacan es el cambio que ha experimentado la ciudad. Y a ellos les ha venido especialmente bien. "Antes las rutas te podían llevar más o menos tiempo dependiendo de múltiples factores, pero ahora están medidas al segundo. Los semáforos han sido esenciales para ello", asegura el veterano conductor. "También es importante que no haya tanta doble fila", apostilla Maribel.

Ambos están jubilados, aunque siguen manteniendo su amor por unos autobuses en los que han pasado más de media vida. "Podrían dejarnos conducir alguno de vez en cuando", bromean en las instalaciones de la compañía en San Andrés de Comesaña. Ahora, ya como pasajeros, celebran el medio siglo de vida de Vitrasa sabedores que ellos son una parte importante de su historia.