El siniestro se llevó dos vidas. Ese mismo 12 de marzo de 2016 fallecía José Antonio Casás Pérez, Ñito. Y casi diez meses después, en enero de 2017, perdía la vida Diego Freiría Fernández. Había permanecido todo ese tiempo en coma profundo a raíz de los graves daños cerebrales que presentaba por el traumatismo craneoencefálico que sufrió. En el primer aniversario del accidente compañeros y amigos de ambos acudieron al punto exacto donde fueron arrollados para rendirles homenaje. Y este año, si el temporal lo permite, regresarán allí. El plan inicial de ir en bicicleta ya lo han descartado debido al mal tiempo, pero si es posible, bien por la mañana o por la tarde, hoy acudirán hasta la zona en coche para dejar flores en su memoria.

Uno de los ciclistas que iba en el pelotón del siniestro es Luis Testera. Relata que, excepto José Antonio Vilán, el resto de heridos han ido volviendo a sus trabajos. Y afrontan nuevos retos. Destaca la "espectacular recuperación", debido a su fortaleza física anterior al siniestro, que tuvieron algunos de los lesionados más graves. Uno de ellos, por ejemplo, puede ahora hacer "triatlón". "Son las lecciones positivas de lo que ha ocurrido", reflexiona.

Agradece las mejoras en el carril-bici de la PO-552, pero lamenta, ya de forma general, que aún exista escasa concienciación. "Sigue habiendo accidentes, los ciclistas aún somos el eslabón débil", resume.