Las calles de Vigo sumarán una nueva "turborrotonda". Tras el éxito logrado con las que ya están en marcha en el casco urbano -entre las que funcionan y están diseñadas superan la decena-, el Concello plantea fijar otra en la confluencia de Avenida Alcalde Portanet y las calles de Citroën y Val Miñor. Su puesta en marcha vendrá acompañada de una reordenación permanente del tráfico de este último vial, que pasará a ser de doble sentido de circulación. Aunque a raíz de las obras en el estadio ya se había adoptado esa medida de forma provisional, la regulación de la calle Val Miñor permite solo el tráfico en dirección a las avenidas do Fragoso o de Balaídos. Tras la puesta en marcha de la nueva "turboglorieta" podrá acoger también -de forma permanente, no únicamente por trabajos puntuales- los vehículos que proceden do Fragoso y de la calle Eugenio Kraff.

Con los cambios, la Concellería de Tráfico busca aportar fluidez al tráfico del vial, que ha aumentado de forma importante en los últimos años debido a la apertura del Álvaro Cunqueiro. Las mediciones realizadas en 2015 y 2016 por el Ayuntamiento muestran que, durante ese período, la intensidad media diaria de vehículos (IMD) en la Avenida de Castrelos, entre Portanet y Balaídos, aumentó en cerca de 4.000 automóviles, con lo que su IMD pasó en un año de 20.500 a casi 24.400. Con esos datos se situaba como el segundo vial de la ciudad en congestión de tráfico, solo por detrás de Gran Vía -de Hispanidad a Plaza de España-, que en 2016 rozaba los 30.000 vehículos diarios.

La nueva "turborrotonda" en la confluencia de Alcalde Portanet y las calles de Citroën y Val Miñor se sumará a las que ya hay repartidas por diferentes puntos del casco urbano. Desde que en 2015 Tráfico instaló la primera, en el cruce de Gran Vía con Islas Baleares, se sumó cerca de una decena. A principios de año habilitó una en la calle Eduardo Cabello, en Bouzas, que se incorporó así a un listado en el que ya están, por ejemplo, la del cruce de Travesía de Vigo, Jenaro de la Fuente y Avenida Alcalde Gregorio Espino; o la de la rotonda del Alfageme, en la que confluyen las calles Martín Echegaray y Grove con Avenida de Castelao.

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El éxito logrado en cada una de esas ubicaciones ha animado al Concello ha extender la fórmula a otros puntos de la ciudad. Según los datos que manejan los técnicos de Tráfico, en algunas de las rotondas el número de accidentes se redujo hasta un 75% tras aplicar la nueva señalización y distribución del tráfico.

La clave de su éxito es que evitan el mal uso de las rotondas, la segunda causa de accidentes en la ciudad. La propia Dirección General de Tráfico (DGT) recurrió a Vigo, junto a otros municipios, como Oviedo o Santander, para ejemplificar las ventajas de las "turboglorietas". "Aportan seguridad y fluidez al tráfico", anotaba a principios de año la DGT en un reportaje publicado en su propia revista.

Entre enero y noviembre del año pasado las siete "turboglorietas" en marcha -Baleares con Gran Vía, Avenida de Castrelos con Portanet y Avenida de Castelao con O Grove, Beiramar con calle Coruña, Avenida de Europa con la VG20 y Avenida de Samil y Jenaro de la Fuente con Travesía de Vigo- sumaron en total 33 accidentes, de los que algo más de la mitad (18) fueron colisiones laterales.

La que registró una mayor siniestralidad fue la "turboglorieta" situada entre Jenaro de la Fuente y Travesía de Vigo, que anotó una docena de siniestros. Sus nuevas señales y organización del tráfico se aplicó hace cerca de un año, a finales de febrero de 2017. En segundo lugar destaca la del Alfageme, con nueve.

Ante la caída de colisiones, el Concello decidió extender el modelo a todas las rotondas de la ciudad en las que sea posible. "Esa es la idea. Se analizará una a una por si hubiera alguna complejidad técnica que lo impidiera en algún caso, pero el planteamiento es convertir todas porque están dando muy buenos resultados", apuntaban a principios de año desde Praza do Rei. Además de reducir las colisiones, las "turboglorietas" supusieron la mejor solución contra los "rotonderos", las bandas que provocan siniestros a propósito para cobrar una indemnización.

A principios de 2016 las aseguradoras alertaban de que estos timos eran un problema "al orden del día". Uno de los despachos de detectives de Vigo especializado en su investigación reconocía que en un solo año llegó a atender unos 40 fraudes de este tipo o accidentes simulados. Las "turboglorietas" no solo han atajado los intentos de estafa a las aseguradoras; también dejan claro quién es el responsable de la colisión en cada caso.