El tramo de autovía entre Vigo y Porriño no solo está "minado" de radares fijos. Su saldo de accidentes y heridos es igual de alarmante. Según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), en cuestión de solo un lustro -entre 2010 y 2014, último balance disponible- los apenas 10 kilómetros de A-55 que separan Porriño de Vigo fueron escenario de 369 accidentes y más de medio millar de heridos. Aunque durante esos cinco años Tráfico no anotó ninguna víctima mortal, su saldo de lesionados sí es revelador. De media, el tramo Vigo-Porriño soportó más de seis accidentes y nueve heridos al mes.

El balance se centra de forma exclusiva en los "puntos negros" detectados cada año por la DGT, que reserva esa consideración solo para aquellos tramos que registran más de tres heridos en 12 meses. Salvo en algún caso puntual, suelen tener una longitud de entre 100 y 500 metros, por lo que en ocasiones la DGT llega a identificar hasta 11 en solo 10 km. En el saldo de 369 siniestros tampoco se incluyen los "puntos negros" situados fuera de los kilómetros 4,5 y 14,5, que es el recorrido en el que se concentran también los radares fijos.

Las curvas sinuosas y las incorporaciones cortas y de escasa visibilidad explican que la inmensa mayoría de los accidentes sean por colisiones o salidas de vía. Del centenar largo de siniestros detectados en 2014 -últimos datos disponibles en la web de la DGT-, 70 los causaron salidas y una treintena el choque de vehículos. Otro de los factores clave para entender la alta siniestralidad de la A-55 entre Vigo y Porriño es que registra el que, según Automovilistas Europeos Asociados (AEA), es el peor "punto negro" de las carreteras españolas: el situado en el punto kilométrico 12 de la A-55, en las curvas de Mos. Entre 2010 y 2014 dejó un balance de cerca de un centenar de accidentes y centenar y medio de heridos.

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El último estudio de AEA, divulgado a finales del año pasado, alertaba además de un repunte de su Índice de Peligrosidad Media. Si en el anterior estudio el valor se situaba en 97,1 puntos, el más reciente eleva ese indicador a 110,2.

Proyecto de reforma

Para atajar esa situación, a finales de 2015 Fomento inició una reforma con un presupuesto de 5,98 millones que tiene como principal objetivo mejorar la seguridad en la autovía. Para lograrlo se contempla transformar incorporaciones directas en carriles de cambio de velocidad paralelos, lo que facilitaría la fluidez y evitaría choques por alcance; remodelar los accesos a la altura del Meixoeiro y activar nuevos viales de servicio. El plazo de ejecución anunciado en un inicio era de 19 meses, que se consumieron en el verano de 2017.

El ministerio ha retrasado la finalización del proyecto sin embargo a septiembre de 2018. A pesar de que falta poco más de medio año para que se consuma esa nueva fecha, la autovía acumula meses sin obras visibles ni más avance que los que se hicieron entre 2015 y 2016, cuando arrancaron las obras. El departamento que dirige Íñigo De la Serna asegura en cualquier caso que se están desarrollando labores no visibles, que el proyecto estará listo en septiembre y avanza además que se verán operarios en breve sobre el terreno.

A la espera de que se finalice la reforma, hasta la fecha se han adoptado dos medidas principales para frenar la siniestralidad: reducir la velocidad máxima permitida, que se sitúa en 60 y 80 km/h en buena parte del tramo Vigo-Porriño; e instalar radares. A lo largo de cerca de 10 kilómetros de A-55 se reparten seis cinemómetros fijos, la mitad de todos los que hay en la provincia, incluidas carreteras nacionales, autovías y también la autopista.