El prototipo vigués permanecerá en el puerto exterior de A Coruña hasta que las olas permitan su instalación en la zona designada, la misma que el pasado enero registraba su récord de oleaje: 19,23 metros. "En una primera fase, hasta septiembre, comprobaremos su funcionamiento, pero a partir de ahí ya trabajará de forma autónoma, en condiciones de operatividad normal y con el mayor potencial de olas", detallan los investigadores.

Su fisonomía de boya le facilitará la supervivencia en un entorno tan hostil. Operará desacoplada del fondo marino, pero tendrá 3 puntos de amarre -75 metros de gruesas cadenas con boyas intermedias- para garantizar que permanece en su ubicación.

"Tiene un sistema de GPS redundante y si se soltase un amarre saltaría la alarma. En todo caso, si se estropease el generador o el sistema hidráulico se bloquearía y permanecería flotando como cualquier boya rígida", explican.

Aunque factible por sus dimensiones, los protocolos de seguridad impiden acceder al interior del prototipo cuando esté en el mar, pero en un dispositivo de tamaño industrial sí se podría hacer el mantenimiento a bordo, sin necesidad de llevarlo a tierra, lo que conllevaría grandes ventajas.

A la espera de su traslado a Langosteira, los ingenieros siguen trabajando en la boya en la sede de Quantum, en Porto do Molle. La empresa, reconocida por Ardán en 2017 por su innovación, recibió el pasado diciembre a un grupo de alumnos del IES Val Miñor que bautizaron el prototipo estampando sus firmas en el casco.