"De acceder a lo que se pretende se premiaría la falta de esfuerzo". Así de contundente se expresa la Audiencia Provincial de Pontevedra en una sentencia en la que desestima el recurso planteado por un hombre de 35 años, que reclamaba a sus padres, ya jubilados y que están separados, una pensión de alimentos de 550 euros. La sala concluye que la "eventual precariedad" del demandante, que carece de ingresos, "no es más que imputable al mismo". No se debe sino, ahondan, "a su propia falta de verdadero interés", ya que tiene "experiencia laboral", sabe "idiomas" y, junto a su "juventud", goza de "salud".

La Sección Primera confirma la resolución del Juzgado de Primera Instancia ante el que se formalizó la demanda de alimentos. El hijo pedía 550 euros al mes, o 400, junto al derecho a residir en la vivienda paterna. Los progenitores, separados desde hace dos décadas, se oponen: la madre, de 65 años, solo recibe 500 euros de pensión compensatoria de su exmarido; y el padre, de 82, debe atender con la paga de la jubilación, además de las necesidades básicas, este pago a la que fue su mujer y 380 euros del préstamo hipotecario.

La Justicia aplica una de las causas que recoge la ley para denegar esta prestación por alimentos por parte de parientes. Cuando la necesidad del que lo pide provenga "de mala conducta o de falta de aplicación al trabajo". En este caso, el hijo trabajó en España, fue militar profesional hasta que lo abandonó, tuvo empleos en el sector de la hostelería en el extranjero y, tras tener una prestación, desde este pasado verano no percibe ingresos. En los últimos tiempos fue usuario de albergues, vivió en una pensión... Pasó temporadas en Vigo. Rechazó una vivienda de acogida porque era en un "barrio conflictivo".

Los magistrados le reprochan que se "permita el lujo" de rechazar ayudas o que no mantenga trabajos que le hubiesen supuesto "una fuente fija de ingresos". Y consideran que el que carezca de sueldo o vehículo, y su forma "gregaria" de vida, "no es más que imputable a sí mismo". Estiman que su "aptitud para el desarrollo" de una actividad laboral está "más que probada". A mayores, sus padres, a quienes reclama el dinero, tienen una "modesta situación económica".