Echando la vista un siglo atrás, a la salida de los primeros rayos de sol de esta mañana, hacía su entrada por la ría de Vigo el emblemático submarino Nautilus. Comandado por el intrépido y fantástico capitán Nemo, guió la proa de su embarcación hacia Rande en busca de las riquezas que los galeones españoles habían ocultado tras el bélico enfrentamiento de 1702 escondidas entre cubas y fango en el fondo del mar. En sus bodegas lo acompañaba el profesor Aronnax, a quien invitó a dejar por un momento los grilletes y admirar los tesoros de la "bahía" de Vigo. "Pues bien señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo y solo de usted depende que pueda conocer sus secretos". Ni la mejor enciclopedia de la época pudo hacer una descripción más bella de la ría viguesa que la narrada por Julio Verne en su emblemática obra Veinte mil leguas de viaje submarino.

No conocía la ciudad ni tampoco su océano pero el literato francés se aventuró con racional precisión a dilucidar a través de una conversación entre el capitán Nemo y su prisionero Aronnax las maravillas de la ría. Tan solo siete años después de su publicación, en 1878, Verne atracó por primera vez en el puerto olívico buscando refugio. Leyó la prensa extranjera en el Café Suizo, envió cartas desde el Hotel Continental e incluso participó de la procesión del Cristo de la Victoria. Durante cuatro días (a los que hay que sumar una segunda visita en 1884) vivió la ciudad como un vigués más y ahora es la ciudad la que se vuelve Verne.

Para conmemorar el 140 aniversario de esta primera visita del escrito galo a tierras viguesas, el Nautilus volvió a surcar las aguas de la ría. Pero en esta ocasión ni el Nautilus es un submarino ni el capitán Nemo es de "carne y hueso": un oceanográfico bautizado con ese nombre y un pequeño robot subacuático que puede descender hasta los 100 metros de profundidad fueron los encargados de recrear esta búsqueda del tesoro de Rande en una nueva jornada -la penúltima- del Encuentro Internacional "De Verne a Vigo", organizadas por el Concello y la Sociedad Hispánica Julio Verne.

Tras la ofrenda floral, el moderno Nautilus esperaba en uno de los amarres del Náutico la llegada de la tripulación, entre ellos el periodista y experto en Verne Eduardo Rolland y el considerado como mayor coleccionista del autor Piero Gondolo della Riva. El viaje surcó las mismas aguas y discurrió por los mismos enclaves que se narraban en la obra. "Bajo esta ría se esconden los secretos de veinte mil leguas de viaje submarino; con estos viajes se pueden descubrir muchos de los tesoros que hasta ahora solo estaban a disposición de unos pocos", explica Andrés Blanco, el guía que se encarga de documentar la travesía del capitán Nemo en su búsqueda de riquezas. "El mayor tesoro de la ría de Vigo con el que podemos topar es su patrimonio subacuático, es rico, único y natural; la productividad de sus aguas es su mayor riqueza", puntualiza.

Son pocos los resquicios materiales que quedan de aquella batalla de 1702, sin embargo los pilares del puente aún conservan algún vestigio de la antigua fortaleza. "Contaba con artillería a ambos lados y entre los extremos del estrecho cruzaron cadenas para impedir la entrada de los navíos anglo-holandeses", explicó el guía mientras el robótico "Nemo" se sumergía para mostrar este patrimonio subacuático que esconde la ría de Vigo. Se puede reservar viajes para esta tarde en http://oceansecrets.es