Distinguir la tristeza de la depresión no es tan fácil para alguien que no sea especialista. Esta enfermedad llega con frecuencia a las consultas de los médicos de familia, pero la amplia diferencia de criterios ante situaciones idénticas hace que sea difícil de diagnosticar. Diecisiete expertos de once países, dentro de la red European General Practice Research Network (EGPRN) han consensuado cuál es la mejor herramienta para medir esta enfermedad en los centros de salud por su fiabilidad, ergonomía y eficacia. Entre ellos se encuentra la investigadora Ana Clavería, técnico de salud en Atención Primaria del área sanitaria de Vigo.

No solo persiguen mejorar el diagnóstico temprano desde los centros de salud. También buscan obtener datos homogeneizados, independientemente de la nacionalidad, que permitan investigaciones colaborativas multicéntricas. De hecho, esto último fue el origen de este trabajo. Clavería cuenta que los sanitarios han visto como la sintomatología y el pronóstico de muchas patologías "más físicas" -entre las que se encuentran la enfermedad obstructiva crónica (EPOC), la bronquitis crónica, la insuficiencia cardíaca o la diabetes- empeora cuando el paciente está deprimido. Sospechan que si se trata la depresión, mejorarán también en las otras patologías, pero quieren comprobarlo y reflejar los resultados de forma científica. La red EGPRN los becó para ello y cuando empezaron a plantear el proyecto se encontraron con un problema: "¿Cómo medimos primero la depresión?". Tenían que llegar a un acuerdo.

"Es más difícil de medir que otras enfermedades que tienen datos duros, como la hipertensión con el tensímetro o la EPOC con el espirómetro, que todo el mundo lo hace igual en toda Europa", explica Clavería y añade: "En cambio, la manera de medir la depresión es muy variable por países y hay muchas escalas". Expertos que representan diferentes culturas, idiomas y sistemas de salud buscaron el consenso. Participan investigadores de Francia, Bulgaria, Croacia, Polonia, Bosnia, Alemania, Grecia, Luxemburgo, Reino Unido, Bélgica y España -con representación de Vigo y Barcelona-.

Lo primero que hicieron fue revisar las bases de datos para localizar las escalas que usan los médicos de familia para minimizar el sesgo a la hora de diagnosticar la depresión en la práctica diaria. Seleccionaron las siete con mayor sensibilidad y utilidad diagnóstica y que consideraron válidas para investigación de Atención Primaria.

En un siguiente estudio, compararon estas escalas y concluyeron que la lista de comprobación de síntomas de Hopkins (HSCL-25) "combina mejor eficacia, fiabilidad y ergonomía" y permite la investigación colaborativa "en toda Europa". Se trata de una encuesta con 25 preguntas que el paciente puede realizar en diez minutos. La han traducido a muchos idiomas -en España, al castellano, el gallego y el catalán-, para que se llame igual a las mismas cosas. Debe valorar del 1 al 4 -donde el 1 es "en absoluto" y el 4, "mucho"- si en la última semana se ha asustado sin motivo; si ha sentido miedo, debilidad o nerviosismo; si tuvo palpitaciones, temblores o dolor de cabeza; si llora con facilidad; si parece que le falta energía; si se culpa a si mismo o si le da la sensación de estar atrapado, entre otras.

Ahora, en España y en Francia están comparando esta escala usada por médicos de familia con el considerado "método diagnóstico perfecto": la entrevista internacional compuesta (CIDI) que realizan los especialistas en Psiquiatría para medir la depresión y que les lleva unos 45 minutos. No pretenden que la coincidencia sea del cien por cien ya que también es importante que la prueba sea factible para Primaria, donde se atienden los casos más sencillos y se derivan los más complejos al Servicio de Salud Mental.