La "fiebre del oro" que prendió con fuerza en Vigo hace ya cerca de una década, cuando empezaron a sentirse los efectos de la crisis, se desinfla poco a poco. Si entre 2008 y 2012 las tiendas dedicadas a la compraventa de oro y plata brotaron como setas, llegando a sumar casi 90 entre Vigo y la comarca, a día de hoy su número se ha reducido de forma considerable hasta quedarse en varias decenas.

En las Páxinas Galegas se pueden encontrar solo 20 en Vigo; mientras que en Google se localizan cerca de una treintena, aunque entre las opciones que ofrece el célebre buscador se cuentan buen número de joyerías. Hace solo un lustro se anunciaban medio centenar de establecimientos.

El "pinchazo" en el sector se explica por varias razones. Una, fundamental, es la propia deriva del mercado. Desde la tienda "La Onza de Oro" -que abrió sus puertas hace ocho años, si bien sus responsables suman varias décadas en el sector- explican que tras el "boom" de los últimos años, el movimiento de ventas se ha ralentizado de forma considerable. Quienes estaban dispuestos a vender el oro que guardaban en casa, ya lo han hecho. Otra explicación que dan a la caída en el número de negocios es que durante la crisis hubo gente ajena al sector que decidió arriesgarse y abrir un negocio de compraventa de oro. Con el paso del tiempo ese perfil habría ido abandonando el mercado. A esos tres factores se suma otro crucial: el propio valor del oro. Si el gramo se comercializaba a finales de septiembre de 2012 a 44,3 euros, hoy ese valor ha descendido de forma notable hasta situarse ayer -según datos de Coininvest- en 34,4.

La disputa que se ha dado en los últimos años sobre la tributación a la que debe ajustarse la compra de oro por parte de las empresas o profesionales tampoco ha ayudado a abrir nuevos negocios. Es más, desde el colectivo aseguran que ha llevado a muchos a abandonar el sector. La Agencia Tributaria y las haciendas autonómicas sostienen que tras la compra de una joya a un particular, el negocio debe tributar por el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales (ITP). El colectivo, por el contrario, opina que no y se apoya en una sentencia de 1996 para reforzar su postura. Ahora el Tribunal Supremo deberá decidir si la compra de oro a particulares tributa o no por el ITP.