El cangrejo rojo americano se hace fuerte en Vigo. Un estudio elaborado por el Concello para valorar el impacto de los incendios de octubre sobre las poblaciones locales de anfibios ha localizado ejemplares de este crustáceo en el Monte dos Pozos, en Valladares, y el embalse de Zamáns. También conocido como cangrejo de las marismas o Procambarus clarkii, en la nomenclatura científica, esta especie, oriunda del Noroeste de México y la zona central y sur de Estados Unidos, figura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras por su resistencia y su impacto en los hábitats que ocupa. En 2006 el Grupo Especialista en Invasiones Biológicas (GEIB) lo incluyó de hecho en su "Top 20 de las especies exóticas invasoras más dañinas presentes en España".

La presencia del cangrejo rojo en el municipio no es una novedad. En abril de 2015 la Oficina de Medio Ambiente (OMA) de la Universidad de Vigo ya ofreció una charla sobre los trabajos que estaba desarrollando para erradicarlo en el campus. En los últimos años sin embargo ha ido extendiéndose por diferentes puntos de los montes de la ciudad. Durante su estudio, los expertos del Concello localizaron cinco ejemplares en la charca del Monte dos Pozos, en la parroquia de Valladares. También hallaron restos del crustáceo en el entorno del embalse de Zamáns, donde anotaron además restos de excrementos que probablemente pertenecen a nutrias. Estos mamíferos podrían mantener a raya la población de cangrejos.

Aunque su hábitat natural queda lejos de Vigo, el Procambarus clarkii ha logrado extenderse por amplias zonas de América, África, Asia y Europa. A esa contundente expansión le ayuda su capacidad para adaptarse a diferentes condiciones, su rápido crecimiento y también su uso en el sector de la acuicultura. "Tolera un amplio rango de condiciones ambientales, incluyendo aguas salinas y llegando a soportar periodos temporales de desecación en los que permanece en cuevas que excava como refugio y que también utiliza cuando hace frío", señala el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras del Ministerio de Medio Ambiente.

A España llegó en 1974, cuando se introdujo en las Marismas del Guadalquivir con fines comerciales. Más tarde se destinó al comercio, el consumo local y se usó como cebo. En 1978 se localizaba ya en la Albufera de Valencia y un año después en el Delta del Ebro. "La expansión se ha debido, además de a las sueltas ilegales, a su capacidad de dispersión por las cuencas, llegando a recorrer hasta 3 kilómetros diarios", señala Medio Ambiente.

Desde hace años surgen noticias de su avance por Galicia. En 2010 se apuntaba su presencia en los río Xallas y Umia; cinco años después se localizaba en la laguna de una antigua cantera en Barro. "Se extiende rápidamente; cuando coge un cauce de agua es fácil que se traslade", anota Luis Navarro, biólogo y director del proyecto Divulgare.

El informe del Concello advierte del riesgo que supone el cangrejo americano para las especies autóctonas. Entre su diversa dieta, incluye caracoles, plantas acuáticas, anfibios, peces e incluso restos vegetales muertos y cadáveres de animales. Ese apetito voraz hace que tenga un impacto importante en su entorno, que también se ve afectado por las cuevas que excava y que degradan las orillas. "Constituye una importante amenaza para las especies acuáticas debido a su gran voracidad sobre invertebrados y peces, en todas sus fases de desarrollo", apuntan los expertos, que alertan de forma especial del daño que causa al cangrejo autóctono y a los anfibios, ya que come huevos y larvas. Al deteriorar la vegetación acuática, también causa un aumento en la turbidez del agua.

El impacto de los incendios

El informe elaborado por el Concello no solo constata la presencia del cangrejo rojo en Monte dos Pozos y la presa de Zamáns. Aporta además un examen minucioso de cómo afectaron a los anfibios los incendios del 15 de octubre. El estudio refleja la riqueza de especies que acoge el monte vigués, incluso después de que las llamas arrasasen hectáreas. En los 41 puntos -balsas, pozos, fuentes, lavaderos, regatos, ríos...- estudiados en Zamáns, Valladares, Matamá, Comesaña y Coruxo los expertos detectaron una notable variedad.

Durante un primer examen, en noviembre, identificaron 163 ejemplares vivos de ocho especies distintas de anfibios, incluidos tritones, ranas, salamandras y sapos. También una docena de anfibios quemados. Un segundo análisis, en diciembre, dejó un saldo incluso mayor, con 377 ejemplares vivos. El informe constata además que salvo algunas especies de las que no se han encontrado muestras -rana de San Antón y sapos de espuelas, común y corredor-, están todas las que cabría esperar. Los expertos apostillan incluso que las ausencias podrían explicarse por la falta de lluvias o que no criasen en esos puntos antes de los incendios.

A pesar de ese primer balance optimista, el estudio insiste en la importancia de no bajar la guardia. El fuego afectó a zonas próximas a charcas, pozas, regatos, ríos... con lo que existe el riesgo de que cuando las futuras crías salgan en busca de alimento se encuentren con un entorno yermo por efecto de los incendios. En concreto, los expertos señalan la necesidad de prestar atención a las zonas con especial potencial para acoger anfibios. Hay 11 en las que consideran que esa capacidad es incluso "muy alta". En algunos casos hacen algunas recomendaciones puntuales, como vigilar las poblaciones de carpas, el propio cangrejo rojo, plantas invasoras o también la colocación de piedras para facilitar que los anfibios puedan salir del agua.