Gaitas, tambores, charangas, misa, fiesta y furanchos. Eso y mucho más es el San Blas de Bembrive, una celebración de la que ayer miles de personas disfrutaron desafiando al frío y la lluvia.

El agua que no impidió que las calles de la parroquia y sobre todo los furanchos abiertos para la ocasión estuviesen repletos sí frustró la procesión en honor al santo. El templo se quedó pequeño para acoger a los devotos del sanador de gargantas. Tras la misa se formó una larga cola para poder bendecir pañuelos, bufandas, barras de pan e incluso capas que a lo largo de la mañana los creyentes pasaron por la imagen de San Blas.

También muchas familias con niños se animaron a acudir a la fiesta y comer en alguno de los furanchos. El olor a churrasco, cocido y pulpo complicaba la elección.

No faltó a la fiesta el alcalde, Abel Caballero, que acudió junto a la presidenta de la Diputación, Carmela Silva, y los concejales Chus Lago y Ángel Rivas y que a cada pocos pasos se detenía para retratarse con ciudadanos que le pedían un selfie. También acudieron representantes del PP vigués, entre ellos su presidenta, Elena Muñoz, acompañada por varios concejales y el delegado de la Xunta en Galicia, Ignacio López-Chaves.