Superados los 80 años, Pilar Viso asegura sentirse "sorprendida"_por el reconocimiento que este domingo le hará la asociación Diálogos 90 por su vida dedicada a la acogida de niños pero también de adultos enfermos o mayores. Su altruismo no se limita a las personas y muestra de ello es que también adopta gatos, perros e incluso una cerda, "Frida",_a la que rescató hace tres años y que ahora vive como una mascota más.

-¿Cómo es la vida de una familia de acogida?

-Es una forma de vida como cualquier otra. Yo viví así desde siempre, en la casa de mis padres y mis abuelos siempre había gente que no era de la familia por unas razones o por otras. Es algo con lo que vives, aprendes a ver lo que pasa a tu alrededor. No es nada extraordinario, hemos ayudado al igual que otros nos han echado una mano a nosotros también. No solo se ayuda en el plano económico, con un techo bajo el que vivir, también te ayuda que te escuchen, que te den consuelo... la vida se compone un poco de eso. Me sorprende recibir un galardón por haber vivido como viví pero lo recibo en nombre de todas las familias acogedoras y sería maravilloso que sirviera para que al menos una o dos se planteen buscar información sobre lo que es y se animen a acoger. Mi utopía es que las familias de acogida sean una prioridad para todos los gobiernos.

-¿Lleva la cuenta de las personas que han pasado por su casa?

-No, es imposible. No solo han sido niños, también personas enfermas y mayores que de repente se encontraron sin un lugar donde dormir. Desde luego los niños no deberían nunca crecer sin haber pasado por una familia buena, aunque sean dos meses o un año. ¿Cómo van a crear su familia basada en el respeto si no lo han visto jamás? En los centros no pueden darle lo mismo que una familia.

-¿No es duro acoger en su familia a alguien que sabe que tarde o temprano se va a marchar?

-Los hijos también se acaban yendo y yo nunca me he sentido propietaria de mis hijos. Estás en la vida de esas personas y ellos en la tuya y no piensas cuánto va a durar ni cuándo se va a acabar. Además tampoco se van del todo, te llaman, te visitan y algunos mueren porque así es la vida.

-Con seis hijos, en su casa ya había mucha gente, ¿cómo se organiza un hogar tan multitudinario?

-Las casas con seis hijos ya son una locura así que un poco más casi no se nota. Siempre te las arreglas. Todos quieren su habitación propia pero si dos hijas te proponen dormir juntas para que una que está acogida pueda quedarse un poco más en casa eso ya lo compensa todo. No es una frase hecha el que recibes muchísimo más de lo que tu das. Me resultó facilísimo educar a mis hijos en ese sentido. Todos son diferentes pero todos son humanos, solidarios y tolerantes y eso no se lo enseñamos nosotros, fueron ellos los que lo hicieron porque tuvieron que aprender a compartir a sus padres con otros.