La docena de ciudadanos de origen albanés interceptados en los últimos meses cuando intentaban subir a bordo del buque de Canadá ha llevado al Puerto a replantearse la metodología general de vigilancia y ha decidido modificarla en las terminales con conexiones internacionales: la de contenedores (Guixar) y la de vehículos (Bouzas). Para blindar por completo estos muelles contra la entrada de esos intrusos dispuestos a embarcar como polizones, durante el atraque de los barcos que cubren esas rutas se activará un "control especial" ejercido por un dispositivo conjunto de Policía Portuaria y Guardia Civil.

"Se trata de un control preventivo", matizan desde la Autoridad Portuaria. Con esta precisión quieren aclarar que en la terminal Ro-Ro no se ha producido ninguna incursión como las abortadas en Guixar, pero en Praza da Estrela sí admiten su temor, compartido por las fuerzas de seguridad, a que se intenten por Bouzas. Y más ahora, que los albaneses parecen haber descartado el recinto de Termavi como una vía de salida. Como si hubieran quedado escarmentados desde aquella intensa noche de principios de enero, cuando un refuerzo de la vigilancia logró detectar a los seis últimos detenidos.

Pero es que además en Bouzas en estos momentos amarran buques con destinos que encajarían dentro de las preferencias de estos individuos dispuestos a arriesgar su vida abordando largas travesías como polizones. Como los pertenecientes a las navieras Höegh Autoliners y Wallenius Wilhelmsen Logistics (WWL), que cada mes conectan Vigo con terminales de Estados Unidos. Y precisamente fue en la escala realizada por un barco de esta última armadora, el Otello, la fecha elegida para estrenar las nuevas instrucciones de control.

Desde que atracó el miércoles hasta que zarpó al día siguiente, los movimientos alrededor del Otello fueron observados por muchos ojos. Por un lado, la Guardia Civil recorriendo la campa con su vehículo y también a pie, prestando atención a los maleteros de los vehículos estacionados, sin llegar a abrirlos, pero pendientes de algún ruido o alguna anormalidad que revelase la presencia de alguien en el interior. En paralelo, en la sala de control de la Estación Marítima, la Policía Portuaria ponía el foco sobre los accesos de Bouzas al tiempo que en la entrada de esta terminal sus agentes prohibía el paso a toda persona ajena a las empresas que trabajan dentro del recinto.

En la terminal Ro-Ro, este dispositivo funcionará solo durante la estancia de los buques con los citados destinos norteamericanos. Y se repetirá en Guixar también únicamente con la escala del barco de Hapag-Lloyd con Canadá. Al menos de momento el despliegue policial no incluye la línea a Tánger, expuesta también a la entrada de polizones pero al contrario de lo que ocurre con los albaneses, para desembarcar en Vigo, no para embarcar rumbo al destino soñado. En los diez meses que lleva en marcha la conexión de Suardiaz entre Bouzas y Tánger Med solo se han registrado dos casos. Pero de eso hace mucho meses, según fuentes portuarias, "porque las autoridades marroquíes ya están aplicando medidas", en referencia a las dirigidas a evitar que se cuelen en los vehículos con destino Vigo.

Para el presidente del Puerto, Enrique López Veiga, estos controles especiales buscan un efecto "disuasorio", el de lanzar un mensaje a quienes se planteen embarcar de forma ilegal de que "no lo tendrán fácil porque este es un puerto seguro, impenetrable". Como ya dijo en anteriores ocasiones, las armadores "pueden estar tranquilas". Garantiza "seguridad completa" en sus operaciones, y avanza que habrá más vigilancia todavía cuando estén instaladas las 140 nuevas videocámaras. Una inversión ya adjudicada en 700.000 euros.