Cuando se piensa en refugiados, lo primero que viene a la cabeza son los que huyen de su país por un conflicto armado o una crisis humanitaria. Pero los motivos por los que alguien puede solicitar asilo son muy variados, incluida la violencia de género. Y es que la necesidad de protección internacional surge cuando una persona no puede regresar a su país porque éste no puede o no quiere protegerla. Ése es el caso de una de las primeras usuarias del programa de refugiados de Cruz Roja en Vigo. El maltrato que recibía de su expareja escaló hasta hacerle temer por su vida y las numerosas denuncias que interpuso ante la policía de Venezuela nunca progresaron. Un día, un agente le aconsejó que dejara de interponerlas. "Han dado orden de que no lleguen a la Fiscalía y al final te van a llevar presa a ti", recuerda que le dijo. Su agresor y padre de su hijo mayor pertenece al círculo político-militar.

Ya había probado a esconderse en diferentes ciudades de Venezuela. "Quince días en un sitio, veinte en otro", siempre "con angustia", "mirando a todos lados" y sin poder establecerse laboralmente para atender las necesidades de su hijo. "La situación era insostenible, hasta el punto de que te vas o te mata y tampoco consigues respaldo de nadie", explica. No le quedó más opción que huir al extranjero. "¿A quién le va a gustar salir de su país hacia la incertidumbre?", pregunta. Lo más duro fue dejar allí a su hijo, con la esperanza de traerlo cuando se asentara. Con una amiga, movieron el dedo sobre el mapa de Galicia -donde tiene dos tías- y lo posaron sobre Vigo. Nunca había escuchado hablar del lugar. En cuestión de días, con los pocos ahorros que pudo reunir, estaba en la ciudad y acudió a la Policía a solicitar asilo.

La sorpresa que se llevó es que con esta "tarjeta blanca" -primer permiso de residencia- no podía trabajar, hasta la renovación de los seis meses y la obtención de la "tarjeta roja". Cáritas le buscó un trabajo puntual. No fue hasta seis meses después que recurrió al programa de ayudas a los solicitantes de protección internacional del Ministerio de Empleo. Y es que se había quedado embarazada y deseaba traerse a su hijo y a su madre de Venezuela, a lo que luego se sumó una enfermedad grave que afectó al niño. La Administración asignó el caso a Cruz Roja de Vigo.

Esta ONG da cobijo y apoyo a refugiados en la ciudad desde agosto de 2016. Es la única que lo hace. En una primera fase le ofrecen alojamiento en piso compartido, con talleres de adaptación y cursos, como los de idiomas, gracias a los que se sacó un certificado de gallego. Una psicóloga también le ayudó a perder el miedo y volver a confiar en la gente. El apoyo que recibió de Cruz Roja le permitió tener a su segunda hija, que se reuniera con su madre y su hijo mayor y atender a este hasta que superó la enfermedad. Ahora, está ya en la segunda fase del programa, que puede durar hasta un año y en la que las ayudas le permiten alquilar un piso. Cruz Roja le ayuda a encontrar trabajo. Esta graduada en Comercio Exterior está haciendo un curso del INEM de auxiliar administrativa. Si logra trabajo, tendrá un motivo más para que le aprueben la condición de refugiado: el arraigo laboral. El programa de esta ONG le ha respaldado para iniciar una nueva vida y ella desea disfrutarla para siempre en Vigo.