El "kraken" localizado en Bares en 2016, el primer calamar gigante avistado vivo en Galicia y el segundo en todo el mundo, falleció a causa de las heridas que le provocó otra hembra de mayor tamaño, entre 150 y 170 kilos, al arrebatarle su presa, una tentadora bacaladilla. Expertos del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC han podido reconstruir a partir de la necropsia practicada al ejemplar el primer episodio de piratería alimentaria -cleptoparasitismo en el argot científico- entre calamares.

"Hasta ahora solo se había podido observar este comportamiento en cefalópodos en una ocasión y fue en un acuario de Japón. Es la primera vez que se tiene constancia en el medio natural de una agresión entre dos ejemplares de la misma especie por competencia alimentaria", subraya Ángel Guerra, uno de los principales expertos mundiales en el escurridizo calamar gigante.

El biólogo ad honorem del IIM y otros dos integrantes del grupo Ecobiomar -Ángel González y Graham Pierce- detallan sus resultados en un artículo que arroja luz sobre el desconocido mundo del Architeuthis dux, al que persiguen con escaso éxito investigadores de todo el mundo, y que aparecerá en el número de marzo de la revista Ecology, una de las de mayor prestigio en su campo.

Hasta ahora, se han registrado 60 varamientos de calamares gigantes en el norte de España desde 1962 hasta el último, el del "kraken" gallego recogido en octubre de 2016 en la localidad coruñesa de Bares. Un vecino de León, Javier Ondicol, pudo fotografiarlo todavía con vida en el puerto y observar cómo cambiaba de color antes de que apareciese ya cadáver en la playa.

A día de hoy, sus imágenes, junto con las logradas en 2012 por un equipo japonés en Ogasawara, siguen siendo las únicas que muestran a un ejemplar vivo en todo el mundo.

Tras una primera observación, González lideró la necropsia realizada en el Parque de la Vida de Luarca, donde permanece expuesto, y en la que también participaron otros miembros del IIM, así como Luis Laria, presidente de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma) y varios integrantes de la misma.

Análisis de ADN

El "kraken", de 123 centímetros de longitud y 105 kilos de peso, fue sometido a un análisis de ADN para identificar su especie. Conservaba los ojos intactos y carecía de parásitos o concentraciones de contaminantes. No conservaba sus tentáculos, ya que se los habría arrancado su oponente, y presentaba heridas por succión y rasguños ocasionados por la mandíbula del otro calamar. También tenía una profunda lesión en un costado probablemente originada al golpearse con las rocas de la costa.

El ejemplar era una hembra inmadura, con unos 3 años de vida, por lo que los expertos descartaron una competición entre machos para aparearse, así como la idea del canibalismo por el carácter superficial de las heridas: "Nuestra hipótesis es que otra hembra de mayor tamaño la atacó para arrebatarle la presa. Estos calamares viven en los cañones de Llanes, Lastres, Avilés y Ribadeo a unos 1.500-2.000 metros de profundidad y ascienden para alimentarse hasta lo 250, donde se encuentran los bancos de bacaladilla. A los ejemplares más grandes les compensa arrebatarles la presa a los más pequeños en términos energéticos y así también se exponen menos tiempo a sus depredadores, los delfines y cachalotes".

El calamar atacado no murió durante el acto de pillaje, pero los investigadores suponen que al quedarse herido y desorientado fue arrastrado por las corrientes hasta la costa, adonde llegó todavía con vida. Un hallazgo que ya los expertos del IIM vigués persiguieron durante varias expediciones por el Cantábrico entre 2001 y 2003, y al que ahora prestará atención la comunidad científica de todo el mundo.