Parecía una secuela de la película "Noche en el museo", pero afortunadamente se quedó en una anécdota. Dos adultos y dos niños de 6 y 9 años, tíos y sobrinos, se quedaron encerrados esta tarde en el Zoo de A Madroa, en Vigo, y se vieron obligados a llamar a la Policía Local para que les liberase. Según relató a FARO Sandra Touza, una de las afectadas, entraron sobre las seis de la tarde y en taquilla, donde pagaron 18 euros, nadie les alertó de que el recinto cerraría sus puertas tan solo media hora más tarde, a las 18.30.

"Estamos en el reptiliario. Aquí las luces están encendidas y al menos hace calor", contaba Sandra Touza a FARO después de llamar al 092. En la Policía Local les dijeron que, aunque sí disponen de llaves de otros recintos municipales, como el cementerio, no tienen del Zoo, por lo que lo único que podían hacer es tratar de ponerse en contacto con el responsable de las instalaciones de A Madroa, para que este avisase al personal del zoo.

"Aquí no hay nadie de seguridad, ni han dado ningún aviso por megafonía de que el zoo iba a cerrar -relató Sandra Touza desde el recinto-, así que estábamos viendo los animales y a las siete de la tarde nos dijimos, en broma, ´vámonos ya, no vaya a ser que cierren´. Y al final aquí estamos, encerrados". Los inesperados acompañantes de los reptiles del zoo comprobaron entonces en internet que la hora de cierre era las 18.30. "Si nos hubieran avisado de que nos quedaba menos de media hora para ver el zoo seguramente no hubiéramos entrado", argumenta.

Finalmente, dos empleadas del zoo descubrieron al grupo "casi de casualidad" poco antes de las ocho de la tarde y les abrieron las puertas, no sin antes pedirles mil disculpas por no haberlos visto antes. Explicaron que normalmente comienzan la ronda por el reptiliario, para luego comprobar el resto de recintos de los animales, pero que esta vez cambiaron el orden de su recorrido.

"Son dos personas para todo el zoo y no dan hecho", explica Sandra Touza. "Nos dijeron que hace tiempo que pidieron más medios, incluida una megafonía, que no hay", dice la afectada, que muestra su intención de presentar una reclamación en el zoo y acudir a la oficina del consumidor. "Al menos, que nos devuelvan el dinero".

No fue toda una noche en el zoo, sino poco más de una hora, pero estos cuatro visitantes, sobre todo los niños, ya tienen una pequeña aventura que contar.