El artículo 7 del reglamento del Claustro fija el derecho y el deber de asistencia a las sesiones de sus miembros, pero la fía a la responsabilidad individual de cada uno de ellos. Y el resultado es que desde hace años las reuniones arrancan con el aforo mínimo obligatorio y acaban con apenas una veintena de representantes, configurando una desalentadora imagen como la del debate de los presupuestos del pasado diciembre.

La falta de interés o de compromiso ha quedado patente esta semana con la aprobación de los nuevos estatutos, la norma institucional básica de la Universidad, la Carta Magna que regula la forma de autogobierno, la representación de los colectivos de trabajadores y alumnos o sus derechos, deberes y libertades. Pero ayer, por segundo día consecutivo, el rector tuvo que aplazar la votación al no alcanzar el número mínimo de asistentes.

La aprobación requiere el respaldo de dos tercios de los presentes, pero su número debe ser, al menos, la mitad del total de claustrales. Actualmente son 192 -el reglamento interno fija 254, pero hay plazas sin cubrir- y a la sesión de ayer solo acudieron 88, cuando debían sumar 96.

Así las cosas, el rector convocó una tercera reunión el próximo miércoles a las 10.30 horas, agradeció la presencia de los asistentes y reclamó responsabilidad al resto de claustrales tras recordar que solo 20 del casi centenar de miembros ausentes había advertido previamente de que no acudirían.

Según detallaba ayer la Universidad en su diario digital, solo acudieron a la sesión 62 de los 120 representantes de los profesores funcionarios, 4 de los 14 miembros del colectivo del personal docente e investigador no funcionario y 16 de los 26 trabajadores de administración y servicios.

El mayor absentismo, sobre el que incidió el propio rector, fue el de los estudiantes. Acudieron solo 4 de los 23 claustrales. Paradójicamente, en la sesión de debate de los nuevos estatutos del pasado jueves se acordó, por petición de los propios alumnos, fijar una representación de este colectivo del 25%.

En el borrador, la comisión de reforma del documento la había reducido del 30 al 20% respecto a los actuales estatutos para atender una reclamación anterior del colectivo estudiantil.

Hay que recordar que los claustrales se presentan a unas elecciones de forma voluntaria para dar voz a los diferentes colectivos y que la Universidad los convoca a un máximo de dos reuniones por año con carácter ordinario, una de ellas para abordar los presupuestos. Las extraordinarias son aún más infrecuentes y se reservan para temas de la relevancia de los estatutos. Además la institución asume el coste de los desplazamientos de los miembros que acuden desde los campus de Ourense y Pontevedra.

Precisamente, en 2015 el gobierno universitario convocó al Claustro en ambas ciudades por primera vez en su historia atendiendo a una propuesta de los representantes estudiantiles. En el campus de As Burgas se celebraron sin problema dos sesiones en julio de ese año y en mayo de 2016, pero la reunión de Pontevedra tuvo que suspenderse por falta de "quorum".

Desde entonces, todas las reuniones del máximo órgano de control y representación de los integrantes de la comunidad universitarios se han celebrado en Vigo.

Los delegados estudiantiles han reclamado públicamente más facilidades para participar en la política universitaria y justificado su baja asistencia por las dificultades para desplazarse o compatibilizar los horarios de sus clases con las reuniones. Y la oposición al gobierno, por su parte, critica la falta de contenido y la asistencia de debate en las sesiones.