El crucero ultrapremium que está construyendo Hijos de J. Barreras para la nueva naviera de la cadena hotelera Ritz-Carlton se ha colado en el top ten de los buques de pasaje más caros en obra actualmente, con un coste estimado de 248 millones de euros (casi 300 millones de dólares al cambio actual), según las estadísticas mundiales de contratación que elabora el portal web Seatrade Cruise. El superyate vigués también es el barco civil más costoso encargado hasta la fecha en España y representa la entrada del naval nacional en el codiciado segmento de los cruceros de ultralujo. La factoría que preside José García Costas acogerá el próximo jueves 11 de enero la puesta de quilla del buque, acto al que está previsto que asistan representantes de la naviera Ritz-Carlton Yacht Collection y de las administraciones públicas, según ha podido saber este diario.
El crucero vigués, la construcción nº 1.705 en la historia de Barreras, cierra la selecta tabla de los 10 buques de pasaje más caros con entrada en servicio prevista para 2019, aunque escalaría hasta lo más alto del ranking si se comparasen los precios por tonelada construida o eslora. Así, en primera posición aparecen gigantes de los mares como el Breakaway Plus de Meyer Werft, de 325 metros de eslora y 164.600 toneladas (1.087 millones de dólares), o el MSC Bellísima de STX France, con 315 metros de eslora y 167.600 toneladas (1.032 millones de dólares), mientras que el crucero de Ritz-Carlton Yacht Collection apenas alcanza los 190 metros de eslora y las 24.000 toneladas, aunque con un coste de cerca de 300 millones de dólares (248 millones de euros).
El nuevo barco de Barreras, cuyo nombre se desconoce por ahora -pese a que la naviera ha comenzado la tramitación de reservas para sus primeros viajes-, ya está considerado como el crucero más selecto del mundo, con calidades y servicios similares a los que puede ofrecer un superyate pero con unas capacidades más parecidas a las de un transatlántico. La factoría viguesa comenzó su construcción a la vuelta de las vacaciones de verano (toda la obra en acero) y en la actualidad ya emplea a unos 250 trabajadores en Beiramar: 130 de la propia Barreras y unos 120 de industrias auxiliares, aunque este número se incrementará conforme avance el año, sobre todo cuando arranque la fase de armamento (la habilitación naval).
El primer hito de la construcción, la puesta de quilla, está prevista para el jueves de la próxima semana. Al acto, en el que se colocará el primer bloque del crucero en grada, acudirán altos representantes de la cadena hotelera Ritz-Carlton y de los fondos de inversión que participan en el proyecto, así como de las administraciones públicas, según ha podido saber FARO. Para el siguiente hito, la botadura del casco, habrá que esperar al próximo otoño. La entrada en servicio del buque está programada para finales de 2019 si no hay retrasos, y del cumplimiento de los plazos y de las calidades exigidas por el armador dependerá que Ritz-Carlton encargue otras dos unidades a Barreras, que deberían navegar en 2021 y 2022, respectivamente. Fuentes del sector consultadas por este periódico no descartan que durante la puesta de quilla Ritz-Carlton pueda avanzar algún detalle más sobre las negociaciones con Barreras.
Con independencia del crucero, el astillero vigués mantiene abiertas las negociaciones con naviera canaria Armas para la construcción de un ferri adjudicado inicialmente a la factoría de Gijón del grupo asturiano Armón, como avanzó este periódico. Armas fue durante la década pasada el mejor cliente de Barreras, que construyó al menos 8 ferris dentro del proceso de renovación de su flota. De las gradas de Beiramar salieron colosos como los Volcán de Tinamar, Volcán del Teide, Volcán de Tijarafe, Volcán de Tamadaba, Volcán de Taburiente o Volcán de Timanfaya, todos en activo y de más de 140 metros de eslora. Pero la relación entre naviera y astillero se enfrió a partir de 2011, coincidiendo con la crisis ya superada del propio constructor naval vigués y la suspensión del antiguo sistema de bonificaciones fiscales que utilizaba el sector para competir en precios, el viejo tax lease.
