Con los ojos vidriosos y una sonrisa que reflejaba la felicidad del momento, más de 120 residentes en geriátricos de la ciudad disfrutaron ayer del alumbrado navideño gracias al colectivo taxista. Veintiséis vehículos, algunos adaptados para personas con movilidad reducida, acompañaron a los beneficiarios de una iniciativa que contó con la colaboración del Concello. Desde distintos puntos de la urbe, los improvisados clientes llegaron a Porta do Sol tras ver algunos de los elementos decorativos que conforman la iluminación. Allí les esperaba el imponente árbol de Navidad. "Es muy bonito pero no entraría en nuestra residencia", bromeaba uno de ellos. La estampa era de pura alegría.

"Nosotros solo podemos agradecerles lo que han hecho de manera desinteresada. Nos han dado nuestro regalo de Navidad", apuntó Carmen González, de la residencia Moledo. A pocos metros estaba Carmen Torrada, que solo conocía la decoración por lo que había visto en los medios de comunicación. "El árbol es precioso y la ciudad está bellísima", relató.

Sus cuidadores y familiares también estaban emocionados. "En muchas ocasiones se pasan semanas enteras sin salir de la residencia y esta oportunidad es oro. Estamos tan agradecidos como ellos", comentó Julia Gómez. Los propios taxistas expresaron su alegría por la acogida. "Nosotros nos debemos a los vigueses y es una forma de devolverles todo lo que nos dan durante los doce meses del año", señaló José Fortes, que acudió vestido de Papa Noel. Junto a él, el resto de sus compañeros inmortalizaron el momento con sus especiales clientes. "Ver sus sonrisas nos basta. Esperamos que la iniciativa se pueda repetir otros años porque creemos que es algo positivo para Vigo", aseguró Manuel Chorén, presidente de la principal asociación del gremio en Vigo.

Desde bien entrada Policarpo Sanz hasta casi Elduayen, los veintiséis vehículos se detuvieron en una improvisada parada. El alcalde Abel Caballero, acompañado de la concejala de Transportes, Ángeles Marra, acudió al encuentro con el centenar de afortunados. Las luces, acostumbradas al escrutinio diario de miles de miradas, lucieron la mejor de sus caras para recibir a sus visitantes más especiales.