Fue el mes de diciembre de 1887 cuando falleció Eduardo Chao Fernández, un "ilustre gallego", según la definición que realizó el Decano, pero también un hombre que luchó por defender los intereses de Vigo en todos los puestos que ocupó. Aunque había nacido en Ribadavia (Ourense), casi toda su vida se desarrolló en la ciudad. Llegó de la mano de sus padres cuando tenía cinco años. Salvo pequeños periodos de tiempo, fue considerado como un hombre clave en varios aspectos de la ciudad y también un "adelantado a su época". Su fallecimiento causó una profunda conmoción. Dos semanas después de su muerte el ayuntamiento decidió dedicarle una calle muy céntrica. Pocas veces se había tomado tal decisión con tanta rapidez y unanimidad.

De ideas liberales, Eduardo Chao fue un hombre polifacético. Así queda demostrado en su intensa actividad. Además de estudiar en Santiago y Madrid, también colaboró e incluso dirigió varias publicaciones. Tuvo un especial aprecio por Vigo y por eso no resulta extraño que impulsara numerosas actividades en la ciudad. Quizás una de las más importantes fue la construcción de nuevos muelles en el puerto. Cuando las inversiones del Gobierno eran escasas y desde el ayuntamiento se protestaba de forma constante, aprovechó su cargo en el Ministerio de Fomento para reorganizar todas las juntas de obras del puerto que existían en España. Y tuvo una especial dedicación y aprecio con la viguesa. Las instalaciones mejoraron de forma notable en un corto espacio de tiempo.

También creó un instituto de meteorología y enseñó a los trabajadores del campo a utilizar mejor el agua. Publicó un folleto explicativo sobre como optimizar los recursos. Durante su estancia en Madrid se ocupó de que la recién creada Escuela de Artes y Oficios recibiera una importante subvención para dotarla de material. También promocionó y creó las llamadas escuelas de instrucción pública, un órgano con el que pretendió aumentar el nivel de estudios de las personas mayores.

También se involucró en otras iniciativas. Una de las más llamativas fue el premio de 500 pesetas, que salieron de su propio bolsillo, para premiar al arquitecto que mejor diseñara casa para los marineros y labradores. Consideraba que de esta forma mejoraban sus condiciones de vida y no debían realizar un gran gasto.

Precisamente su casa todavía se conserva hoy en día. La construyó en A Guía, con vistas al mar, que era una de sus grandes pasiones. En sus estancias pasó largos periodos también de reflexión y de diseño de muchos proyectos, además de dedicarse a escribir libros y artículos para multitud de revistas diversas publicaciones de la época. Su casa es en la actualidad al sede del arzobispado de Tui-Vigo.

La noticia de su fallecimiento en Madrid después de una larga enfermedad conmocionó a la sociedad viguesa. Así quedó reflejado en el Decano. El Ayuntamiento de Vigo le dedicó una calle a los pocos días e impulsó una serie de actos de homenaje. Los responsables municipales aprobaron que se realizara un cuadro que sería colocado en la casa consistorial. Hubo una reunión de todas las sociedades, entre las que se encontraba La Cooperativa de la que llegó a ser presidente, para realizar varias actividades. En esa reunión participaron también empresarios que no dudaron en ofrecer donaciones. Eduardo Chao Fernández dejó una estela de intenso trabajo en la ciudad y de poseer especiales facultades para desarrollar proyectos innovadores, sobre todo en el puerto vigués.