El revuelo que despertó la celestial presencia de Horst Mertz, su afabilidad con los ciudadanos y las autoridades, esa actitud relajada y cordial contrastaban con su hermetismo a la hora de ofrecer detalles de su aventura oceánica y, sobre todo, con su comportamiento huidizo, casi clandestino, que le llevaba a taparse el rostro o correr ante la presencia de un fotógrafo.

Las crónicas de la época de FARO DE VIGO recogen con precisión y gracia la extraña aversión de Mertz a la publicidad:

"Para lograr la foto en la que aparece Mertz durante un salto acrobático y en un retorcimiento que le oculta el rostro, llevó a cabo nuestro compañero Llanos una verdadera odisea. A la Comandancia de Marina, al Consulado alemán al Ayuntamiento, al Hotel Continental, al restorán del Café Colón... fueron Llanos y su cámara persiguiéndolo.

Por fin, en una segunda visita a la Comandancia, la cámara de Llanos sorprendió al aviador. Este, al ver que el objetivo lo enfocaba, dio un gran grito y un gran salto, durante el cual fue alcanzado por el disparo fotográfico".

FARO concluía su relato expresando la decepción por el resultado del trabajo de Llanos, un fotógrafo "acostumbrado a obtener clichés buenos".