Aunque a mediados del siglo pasado los arquitectos podían ganar mucho dinero, Macamen Blanco tuvo claro que "si quería vivir bien", ella tenía que ganar más que su marido, Xosé Bar Bóo. Y es que él "no hacía nada que no le gustara", recuerda esta farmacéutica, que trabajó como analista clínica en el Sergas. Ansiaba levantar edificios circulares y lo intentó con varias viviendas unifamiliares, pero "cada vez que le presentaba este diseño a un cliente, lo perdía". Los primeros que aceptaron su sueño fueron los cinco médicos que se unieron para crear el policlínico Cíes. Además de que confiaban en su amigo, les convenció que uno de los hospitales más importantes de EE UU en aquellos momentos también tenía esa forma. Ahora, Macamen ve con tristeza que un edificio que fue "tan valorado" pueda acabar abandonado, como asegura que ya está ocurriendo con otras obras del arquitecto vigués. Para evitarlo, pide que se mantenga en manos públicas y que siga dando servicio a la sociedad.

Tanto ella como uno de sus hijos, el biólogo Alfonso Bar Blanco, lamentan que las nuevas normativas dificulten que se mantenga para usos sanitarios, ya que cada edificio que firmó está ideado específicamente para el destino que le iban a dar. "Todo lo estudiaba en detalle de una manera prodigiosa, porque la arquitectura era su vida", resalta su viuda. De ahí, la forma circular de las plantas de hospitalización del Cíes. Cuentan que la pretensión era que el paciente tuviera luz natural y pudiera ver siempre por la ventana. "La casa en la que entra el sol, no entra el médico", era la frase que repetía.

Macamen, también cofundadora del colectivo feminista Alecrín, da su apoyo a la propuesta que hace CC OO de reconvertirlo en residencia de mayores con cierto grado de autonomía, un uso cercano al sanitario. "Me parece muy bien que se emplee para los mayores y se pongan estos servicios al alcance de la gente", subraya y califica de "escandalosos" los precios de algunas residencias privadas.

La familia reivindica este inmueble como parte del patrimonio público de la ciudad. "En ningún país civilizado dejaría de ser público", resalta su hijo Alfonso. Reclaman que permanezca en manos de la Administración para evitar que se degrade, como denuncian que ya está pasando con otras de sus obras como la Casa Vázquez o un par de viviendas unifamiliares en Porriño.

"Fue uno de los primeros arquitectos gallegos en introducir la modernidad en Galicia y fue muy valorado tanto en España como en Europa", recuerda su esposa.

Entre las obras de este profesional comprometido con la función social de la arquitectura, destaca el edifico Plastibar, que realizó para su familia y en el que aún reside su viuda. Fue también sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, en cuya fundación participó, siendo decano posteriormente.

Presidió el Museo do Pobo Galego y perteneció al Seminario de Estudos Galegos desde 1982, entre otras instituciones. Jaime Blanco, en su tesis, destaca que fue además "protagonista" de la Transición en Vigo, llegando a proponerse su nombre para la Alcaldía. Y también participó en el ámbito de la ecología, formando parte de la fundación de la asociación Adega.