Fuentes públicas secas, presas vacías, manantiales al borde de la desaparición, ríos que se han convertido en regatos e incluso restricciones son los primeros efectos de la sequía en muchas de las parroquias de la ciudad, las primeras afectadas por la falta de lluvias.

En estas zonas, las consecuencias de la sequía van mucho más allá de la restricción en los baldeos de calles ya que son muchos los vecinos, especialmente en las parroquias más periféricas, que no tienen servicio de abastecimiento y se sirven de pozos privados y depósitos de comunidades de aguas surtidos por manantiales que, en su mayoría, han reducido considerablemente su caudal.

Entre ellas, la comunidad de aguas de Igrexa-Goleta-Hermida, en Candeán, ya solicitó la semana pasada la mediación del Concello para rellenar el depósito de 100 metros cúbicos del que dependen 86 familias. Hubo ya cortes nocturnos y para evitar que la situación se agrave, el presidente del colectivo, Pablo Pereiro, pidió a los usuarios que "hasta nuevo aviso" utilicen el agua "solo para el consumo prioritario de la vivienda (beber, cocinar, ducharse y uso de la lavadora) y evitar en lo posible el uso de agua para limpieza exterior de la vivienda, lavar coches, regar y otras activadas secundarias".

Esta medida, que han tenido que adoptar también en la "pereira" de Cidáns, en Zamáns, y otras comunidades de aguas, se aplica también en parroquias donde los efectos de la sequía se han hecho ya visibles con ríos con cauces prácticamente vacíos y fuentes secas. En Valladares, la presidenta de la asociación de vecinos, Ana Pérez, ve con preocupación el bajo nivel de los ríos Barxa y Senra y desde la asociación se ha hecho un llamamiento al uso responsable a nivel de parroquia, donde apenas quedan operativas seis fuentes públicas. "Ahora se nota más porque el invierno pasado ya fue muy seco. Es algo preocupante", subraya Pérez. "Alguna fuente ya secó como la de Lameiros, en el límite de Saiáns y Oia", lamenta también el presidente de la Comunidad de Montes de Saiáns, Uxío González. Algo similar ocurre en Cabral, Bembrive, Lavadores o Coruxo, donde también hay manantiales bajo mínimos si bien las fuentes públicas, aunque en mucha menor cantidad, siguen surtiendo agua.

Desde la Comunidad de Montes de Beade, su presidente, José Rodríguez, incluso se plantea abrir una nueva fuente o reforzar la que ya existe en la carretera entre Bembrive y la Universidad dado el bajo caudal que presenta el manantial. "La gente hace cola y sale tan poca agua que se tarda diez minutos en llenar una botella de ocho litros", indica.

Además del bajo nivel de los ríos, la "seca" se nota también en los cultivos y los frutos propios del otoño como las bellotas o las castañas, mucho más pequeñas de lo habitual este año, y las nueces, que se caen ya secas de los nogales. Al no haber lluvia tampoco surgen las apreciadas setas y las huertas y jardines también sufren en una época habitual de podas, injertos y esquejes.

"Todo está seco, no se puede regar pero los vecinos están siendo responsables porque es algo que afecta a todos, hay casas que solo tienen agua del pozo. Estamos demasiado acostumbrados a que el agua no falte y no estamos preparados para que no llueva durante prácticamente un año", manifestó la presidenta de los vecinos de Matamá, Inocencia González. En esta parroquia, la sequía ha tenido también efectos en una de sus celebraciones más populares, la Festa da Colleita, donde por primera vez en años no se pudo usar el restaurado molino da Regueira para hacer la preciada harina de maíz.

"Se nota además que no hay presión de agua", subraya por su parte el presidente de la asociación de vecinos de Sampaio, Antonio Boullosa, que demanda -al igual que otros colectivos- que Aqualia reforme la red de abastecimiento y la extienda a las zonas donde todavía no llega. "Siempre nos acordamos tarde de estas cosas pero lo que no puede ser es que con la sequía que tenemos haya tuberías de las que sale agua a borbotones, día sí y día también, que se pierde por las cunetas", lamenta.