Sus investigaciones sobre cuestiones de género entre culturas, la violencia machista y el racismo la convirtieron en una de las mentes más reivindicativas contra el "patriarcado" de la sociedad moderna. La antropóloga y ferviente feminista argentina Rita Laura Segato, autora de Las Estructuras Elementales de la Violencia o Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres, visitó a los alumnos de Bachillerato del IES Politécnico de Vigo donde impartió una charla, impulsada por la exdiputada y profesora Carme Adán, sobre la violación a la mujer.

-La violencia contra la mujer centra gran parte de sus intervenciones pero frente a escolares la problemática del acoso pide su tratamiento.

-Fomentar proyectos de igualdad en las escuelas debe ser vital. No debemos menospreciar la inteligencia de nadie y mucho menos la de los adolescentes o niños. La única diferencia con los adultos es su menor capacidad de expresar lo entendido. Para mí el mundo se compone de dos tipos de personas, unas que tiene como proyecto disminuir el sufrimiento y otras que aspiran a continuar con el mundo como es; son como dos éticas. Esta insatisfacción llega por el sufrimiento de una persona que es diferente. El problema es justamente lo entendido como normal. La era histórica que más ha establecido un concepto de lo normal es el mundo moderno. La idea de un canon establecido hace sufrir a muchos. Como antropóloga, mi ética es el proyecto de un mundo en plural. No existe democracia que no tenga como su valor fundamental el pluralismo, si no se convierte en una dictadura de la mayoría.

-En muchos casos este comportamiento opresor llega al joven por lo que observa en su comunidad.

-Este es el tema de nuestra época. A las estadísticas sobre el bullying les falta un detalle fundamental. Los jóvenes están actuando de esta forma, sí, pero para solucionarlo hay que entenderlo dentro de un contexto histórico y social. Los jóvenes solo son el síntoma, la realidad del problema viene de atrás. Hay muchas películas que representan esta realidad comparándola con chips implantados. Y es que precisamente la característica del ser humano es que puede identificar qué chips le fueron implantados y desactivarlos. Esto es la libertad. Creo que todo el bullying, toda esa agresividad, ese odio a la diferencia es una programación.

-Contamos con numerosas leyes y derechos que protegen a la mujer, pero tristemente siguen los crímenes y las violaciones, ¿dónde reside el problema?

-Los progresos en el campo estatal no han tenido un resultado en la vida real. Esto nos lleva a colocar un gran signo de interrogación sobre el Estado. A mi entender, no ha conseguido cumplir con su promesa de proteger la vida, por lo tanto, no ha protegido la comunidad. Un Estado que administra una sociedad donde la comunidad ha desaparecido no puede llevar a cabo su tarea.

-¿Y cuál sería el primer paso para lograr una solución?

-Proteger el tejido comunitario. Esta falta de comunidad obliga a empujar al campo de la intimidad muchos problemas tanto de mujeres como de niños. Muchas de sus quejas no llegan a ser escuchadas, se quedan en las cuatro paredes de una oficina. Todo está detrás de la modernidad, antes no era así, ahora para nosotros todo lo doméstico es privado. Así aparecen las minorías, que es un término absurdo.

-En términos profesionales, ¿qué proyecto ambiciona realizar?

-Ahora estoy con otro libro, se llama El suceso universal y la tristeza del arraigo, es una obra más filosófica sobre la mujer y sobre la importancia de la politización; comprender que el sufrimiento individual es parte de un sufrimiento colectivo.