Cuando días antes de votar el primer ministro luso, António Costa, proclamó que aspiraba a que el Partido Socialista (PS) fuese el más votado en los 308 municipios de Portugal, su deseo sonaba simplemente a eso: a un deseo, un brindis al sol, una proclama exultante para elevar el ánimo entre los propios. 24 horas después de que cerrasen las urnas y ya con el 99% de los votos escrutados, ese objetivo quimérico no se puede dar por alcanzado, aunque el resultado real sí es probablemente mucho mejor de lo que esperaba el propio Costa. El particular 1-O luso -mientras en Cataluña se votaba el referéndum, en Portugal se escogían representantes locales- deja un PS reforzado, que arrampló con cerca del 38% del total de sufragios, casi dos puntos por encima de los resultados de 2013; y atrajo un buen puñado de votos del centrista PSD.

En ese escenario general el norte luso no es una excepción. Las medidas adoptadas a lo largo de los dos últimos años por los socialistas desde el Ejecutivo central, que favoreció a la región norteña con una eficaz política de suelo industrial y ambiciosos planes de inversión en infraestructuras -como el anunciado para el puerto de Leixões, que recibirá 430 millones antes de 2026, buena parte procedentes de las arcas públicas-, han tenido su reflejo en las urnas. Los cinco distritos del norte de Portugal, Viana do Castelo, Braga, Oporto, Vila Real y Bragança, han afianzado su apuesta por el PS.

Durante las últimas elecciones, de 2013, los socialistas ya se habían alzado en los cinco distritos. Lejos de resentirse por el desgaste del gobierno y favorecidos probablemente por sus políticas en el norte, el domingo esos resultados se consolidaron. Los socialistas ganaron votos en Oporto, Bragança y Vila Real, mientras anotaron una ligera caída en los distritos de Viana y Braga, donde perdieron 16.100 apoyos. En el conjunto de los cinco distritos superaron los 698.500 sufragios, 47.300 más que cuatro años atrás. Tendencia opuesta arroja el PPD, que sufrió un descalabro al quedarse -sumados sus votos en solitario y en coaliciones- en casi 619.800 respaldos, 18.300 menos.

Otro dato significativo es el aumento de participación, que en el conjunto de Portugal creció varios puntos con respecto a septiembre de 2013 hasta rozar el 55%. Si se baja al nivel local, a las Cámaras Municipales, el peso del PS también es palpable. De las 68 villas y ciudades del norte de Portugal, entre la frontera con Galicia y Oporto, en más de la mitad (35) la fuerza socialista fue la más votada.

Uno de los nombres propios que sale más reforzado en la Eurorregión norteña es el del regidor socialista de Viana do Castelo, José María Costa. El expresidente del Eixo Atlántico y una de las voces más críticas, por ejemplo, con la implantación de peajes en las autovías de Portugal o la defensa del tren Celta, entre Vigo y Oporto, ha logrado una aplastante mayoría en su municipio. Su candidatura fue avalada por el 53,68% de los votos frente al 47,67% de 2013. En total: 3.000 votos más. En Oporto se afianza también el independiente Rui Moreira, que con el respaldo del 44,46% de los sufragios emitidos ve como se le abren las puertas de la mayoría absoluta. Moreira protagonizó en 2016 una sonada polémica con su homólogo vigués, Abel Caballero, por unas declaraciones en las que tachaba de "miserable" al aeropuerto de Peinador.