La Orquesta Sinfónica de Galicia inaugura la temporada de clásica en la ciudad el próximo jueves. Lo hará en el Mar de Vigo, a donde regresará con su director titular, Dima Slobodniouk, que se muestra encantado con la calidez del público vigués y la "joya preciosa escondida" del auditorio de Beiramar.

- ¿Por qué escogieron la "Sinfonía nº 2" de Mahler para el estreno de la temporada en Vigo?

-Es quizás una de las sinfonías más representativas de Mahler. Es la primera obra que combina aspectos vocales y el inicio del gran periodo, así como en la "Sinfonía nº 3", que tiene coro y solistas, o que la "Sinfonía nº 4", que busca un gran bloque. Es como su gran apertura al nuevo siglo porque no había hecho ninguna obra de esa escala. Es una apertura para él, es una apertura para nosotros y, de algún modo, es una apertura también para Vigo porque está probando el nuevo auditorio.

- ¿La interpretará la OSG con su coro y dos solistas ¿Son los conciertos con tanta gente sobre el escenario un reto mayor?

-Es un reto diferente. Cualquier concierto es un gran reto. Tocar una sinfonía de Hayden es un verdaderamente grande, porque invertimos mucho tiempo ensayando. Mahler necesita otro tipo de preparación. El reto es hacer que funcione todo junto, conseguir que todo el mundo suba a bordo, que viaje en el mismo barco.

- Mahler ha estado presente en las ultimas temporadas de la orquesta. ¿Es su momento con este compositor?

-Sí, probablemente. Mis primeros años en el OSG no tocamos ninguna de Mahler. Quise darle un descanso porque sabía que la orquesta lo había interpretado mucho, antes de mi llegada. Quería tener algo de tiempo sin él y empezar de nuevo, desde el primer peldaño. Músicos y otras personas trataron de convencerme los primeros años para tocar Mahler y pienso que ahora estoy preparado.

- También será el estreno en Galicia de "Canto fúnebre", de Igor Stravinski. ¿Cuál es la historia de esta obra?

-Estuvo perdida durante más de cien años. La encontraron hace dos en el conservatorio de San Petesburgo, por casualidad, por accidente. Se sabía que la pieza existía pero estaba completamente perdida y ahora se ha encontrado. Valery Gergiev fue el primero en dirigirla en Maryinsky y tengo noticias de que también otras orquestas la han interpretado, pero no estoy seguro de si nuestra interpretación es también estreno en España. Tengo que confirmarlo, pero seguro que lo es en Galicia.

- ¿Podría describirla?

-Es muy difícil describir buenas obras. El nombre dice bastante. Es una pieza romántica, pero tiene mucho de lo que Stravinsky hizo luego. Así que, armónicamente, se va haciendo más compleja, pero tiene aún toda la tradición rusa, porque él era muy joven cuando la compuso. Fue antes de los grandes ballets y de "La consagración de la primavera" y "El pájaro de fuego". Creo que esta pieza realmente se adapta a la de Mahler muy bien. Es casi como si hubiera un puente entre ellas

- He leído que le gusta volar. ¿Hay similitudes entre pilotar una avioneta y dirigir una orquesta.

-Creo que sí. Quizá en la sensación de libertad y control a la vez. Cuando diriges una orquesta la estás controlando y, al mismo tiempo, tienes la libertad de hacer cosas que transmites a los músicos para que te puedan seguir. Porque nosotros no solo interpretamos para el público cosas que hemos aprendido durante los ensayos, sino que hacemos nuevas cosas durante el concierto. Esto es la libertad. Si vas a escuchar a un cantante de flamenco o a ver un bailarín, ellos siempre hacen cosas diferentes, porque improvisan cosas, aunque otras las llevan ensayadas. En una orquesta sinfónica es lo mismo. Volando, la sensación de libertad te llega cuando estás ahí arriba y miras al suelo desde una perspectiva que no mucha gente puede ver y te das cuenta de cómo de pequeños somos. El hecho de que, durante el vuelo, estás lidiando con la naturaleza y con la climatología, también te enseña a ser humilde.