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Xosé Manuel Souto: "El nuevo PXOM debe ser más participativo y recuperar espacio público para la gente"

"Vigo necesita un plan a largo plazo que la sitúe como ciudad para vivir y no solo industrial"

Xosé Manuel Souto, en Vigo

El geógrafo e historiador Xosé Manuel Souto es uno de los cinco invitados hoy por el Colegio de Arquitectos de Galicia para analizar en la delegación viguesa los antecedentes históricos del urbanismo de la ciudad y tratar de avanzar su desarrollo futuro. Su intención es recurrir a acontecimientos históricos que ayuden a interpretar mejor la realidad actual del municipio, además de realizar un llamamiento para que se redacte un nuevo Plan Xeral "participativo que recupere más espacios públicos para la ciudadanía".

-¿Qué etapa es la que marcó el desarrollo urbanístico de Vigo?

-El momento de mayor expansión fue de 1960 a 1980. El dinamismo económico y el crecimiento demográfico se convirtieron en motores del parque inmobiliario y el sector de la construcción.

-¿Qué agentes o hechos condicionaron el modelo de ciudad?

-La ciudad se construyó como quisieron los vigueses o, al menos, un grupo con capacidad de decisión: propietarios de suelo, constructores, arquitectos, ingenieros, agencias de promoción inmobiliaria y concejales. Cuando nos quejamos de que O Piricoto afea O Val do Fragoso hay que pensar que alguien lo decidió así. Hay muchas responsabilidades repartidas. El plan de 1961 quiso resolver el conflicto entre propietarios de suelo que querían hacer negocio con vistas al mar y el interés ciudadano en gozar de espacios públicos a favor de los primeros y acabó con un concejal en la cárcel. Fue la época en que se empezó a construir ático sobre ático en busca de edificabilidad en altura en el centro.

- ¿Influyó la pujanza económica de Vigo en su caótico urbanismo?

-Claro. El dinero empezó a invertirse pronto en propiedades inmobiliarias y en el margen derecho de Gran Vía el suelo se concentró en manos de conserveros, constructores navales y familias ricas que invirtieron allí para luego desarrollar la zona y enriquecerse. Venezuela y Camelias, sin embargo, son dos calles hechas con el dinero de la inmigración muy poco a poco.

- ¿Presenta Vigo alguna diferencia con respecto a otras urbes?

-Aquí se dio la paradoja de que los propietarios privados de suelo no realizaron grandes operaciones urbanísticas como en otras ciudades. Hacían un edificio y, según les fuera, seguían en el negocio o se retiraban. En esa época en Vigo las únicas promociones importantes eran las avaladas por el Concello, como Finca do Carme, en Gran Vía, o el polígono de Coia, promovido por el Estado.

-¿Hasta qué punto fue determinante responder a las necesidades del sector pesquero?

-Fundamental. El crecimiento de suelo desde O Berbés hasta Bouzas se hizo con la estrategia de apoyar a los grandes armadores.

-¿Un nuevo planeamiento puede reestructurar la situación actual?

-Un nuevo Plan Xeral no va a transformar por completo la ciudad porque influyen otros factores como el dinamismo económico de los promotores, la capacidad de ahorro de las familias y la facilidad para conceder hipotecas, pero sí promueve un debate necesario sobre la ciudad que queremos. Ésa fue una ausencia grave en Vigo. Creció tanto entre los años 60 y 80 que no se discutió el modelo de ciudad que se quería y ahora estamos a tiempo. Su población está asentada por debajo de los 300.000 vecinos y ahora se pueden recuperar espacios públicos y corregir errores de viejos planeamientos como la ausencia de garajes y zonas de esparcimiento público en las faldas del Castro debido al plan de Cominges. Hay que poner el planeamiento al servicio de la gente.

-¿Por qué la zona periurbana viguesa está tan mal planificada?

-Se quiso ordenar con unas estrategias que derivaban de los planes generales de ordenación urbana y eso facilitaba la creación de planeamiento parcial que los propietarios del rural no podían asumir, por lo que se permitió que cada uno hiciera su casa donde tenía su parcela, generando graves problemas de infraestructura básica y accesos. Se respondió con una estrategia antigua pero no había más medios porque el desarrollo de un plan parcial era imposible de asumir.

-¿Crecen hoy las ciudades de forma más ordenada?

-Sin duda. Se cometen errores, pero hay otra concepción más sana del urbanismo. Urbes como Vitoria, Cuenca, Ávila o León se están reordenando con éxito. Hoy ya no se habla de infraestructuras a secas, sino del servicio que prestan y de la movilidad que propician en su conjunto incluyendo a peatones, transporte público y ciclistas.

-¿Cómo puede Vigo sumarse a esta transformación?

-Vigo tiene grandes opciones de mejorar y ya empezó a hacerlo. Un ejemplo es el cambio del Casco Vello y hay experiencias buenas como la peatonalización de Plaza de Independencia ahora llena de vida. Se ganó muchísimo espacio para las personas y es la hora de plantear más avances. Debatir sobre el futuro de Porta do Sol y abrir el urbanismo a la participación de los vecinos como se hizo en su día en Zamáns.

-Concello y Xunta hablan de dos años y medio para redactar un nuevo PXOM. ¿Es tiempo suficiente para meditar el documento?

-Los datos básicos están recogidos y acertar no es tanto un problema de información como de participación. En dos años se puede hacer bien y con calma. Hay que pasar de procesos hasta ahora herméticos a debates participativos mirando a ciudades que ya lo lograron como Vitoria sabiendo que no es fácil porque todos los agentes quieren imponer su visión sobre el conjunto.

-¿Es realista el temor a la ausencia de planeamiento?

-Genera inseguridad jurídica a la hora de construir, pero creer que un planeamiento arregla todos los problemas es falso. En el caso de Vigo es muy necesario porque hace falta construir una imagen de ciudad que aún no se logró como sí hizo Pontevedra con su peatonalización. Vigo no consiguió erigirse en ciudad industrial y dinámica, pero también de paseo y ocio, una ciudad para vivir y eso precisa de un proyecto a largo plazo sin mirar los réditos políticos.

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