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Fue noticia en 1927

Vigo se reivindica ante el Rey

Alonso Cuenca, el alcalde de la ciudad, aprovecha la visita de Alfonso XII para pedir mejoras en el tren y el puerto para una ciudad de 60.000 habitantes

Cuando abandonan el ayuntamiento. // FdV

Alfonso XII visitó Vigo a finales del mes de septiembre de 1927 para realizar una visita oficial que también se convirtió en una forma de que la ciudad reivindicara su gran potencial en el panorama español. Alonso Cuenca, el alcalde, leyó un discurso crítico en presencia del Rey, solicitando claramente mejoras en múltiples servicios. Puso especial atención en la mejora del tren y del puerto. Alonso XII realizó una gira por Galicia la última semana de ese mes. En todos los lugares fue recibido por una multitud. En Vigo también. Incluso muchas personas se acercaron de toda la comarca.

Fue la tercera visita del Alfonso XII. La primera había sido en 1900, cuando tenía 14 años. Volvió en 1904. Por lo tanto, habían pasado 14 años desde que estuviera en la ciudad. Su llegada fue a bordo del Jaime I. Casualidad o no, se organizó una recibimiento que incluyó la presencia de una multitud de barcos en la ría que lo escoltaron hasta el puerto. Quizás sería una forma de mostrar el poder marítimo de la ciudad. El Decano, en su edición de ese día, publicó en portada un saludo de bienvenida en que se podía leer: "Ya estáis bajo el palio del cielo de nuestra ciudad, que se precia de ser gala del Reino de España, bajo el cetro de S. M. Alfonso XIII. Vigo siente hoy el estremecimiento de una emoción intensa, indescriptible. Los Reyes de España son huéspedes nuestros. El hecho se marca en la historia de Vigo como un miliario de suprema honra. Este pueblo, que siente hacia sus Soberanos un hondo cariño, una fervorosa adhesión, vibra en una sacudida de entusiasmos ante la presencia de vuestras Augustas personas".

Alfonso XII desembarcó en el muelle del Real Club Náutico de Vigo y se dirigió por Montero Ríos, Policarpo Sanz y Puerta del Sol hacia la Casa Consistorial. Antes pasó por la Colegiata. Y fue en la sede municipal donde se encontró con las peticiones de Alonso Cuenca, por aquella época alcalde de la ciudad. En su discurso, no dudó en solicitar inversiones y mejoras, necesarias según el regidor municipal, para el desarrollo económico de la urbe. En su introducción resaltó que Vigo contaba con 60.000 habitantes, lo que la convertía en una de las más importantes de España.

La primera petición se refería al ferrocarril. El alcalde apostaba por la construcción del enlace entre Ourense y Zamora. De esa forma se evitaría el paso por Monforte, los transbordos en esa estación y la considerable pérdida de tiempo por tener que realizar tanto rodeo. La realización de esa importante obra, que tenía una gran complejidad, se demoró 25 años.

Los otros puntos de interés estaban en el puerto. Así, se solicita la concesión a Vigo como "puerto pesquero de primera categoría". Destacaba el alcalde la gran cantidad de pesqueros que descargaban en la lonja. También que era el primero de España en este sector. Si se convertía en primera categoría, tendría derecho preferente para realizar obras y pedir subvenciones.

También se pidió la ampliación del muelle comercial. Quince compañías extranjeras operaban en sus muelles, tanto para el transporte de mercancías como de pasajeros. El sesenta por ciento de personas que se embarcaban en un buque en España lo hacían en el puerto vigués. Alonso Cuenca insistió en que Vigo se encontraba en un lugar privilegiado y por lo tanto en las grandes rutas internacionales. Pero no podía crecer más debido a las limitaciones en el puerto. Las inversiones en Vigo aumentaron a partir de ese momento, pero no al ritmo deseado.

Otro de los momentos más importantes de la visita fue inaugurar de forma oficial el monumento dedicado a José García Barbón. Alfonso XII todavía tuvo tiempo de visitar dos fábricas de conservas, consideradas en aquella época como unas de las mejores de Europa, y también los astilleros Barreras. Ofreció un ágape a las autoridades en el Jaime I, al que acudieron también los alcaldes de numerosas villas.

Alfonso XII dejó Vigo a la mañana siguiente. Y lo hizo en tren camino de Ourense. Tuvo que detenerse en Guillarei. El viaje duró más de tres horas.

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