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José Luis Pons: "Los exoesqueletos podrían ser sustitutos de las sillas de ruedas en 20 años"

El diseñador del primer "robot vestible" español comparte en Vigo sus investigaciones

José Luis Pons, ayer, en Vigo. // Cristina Graña

La Neurorehabilitación persigue que las personas con algún trastorno neurológico puedan recuperar la capacidad funcional suficiente para ser independientes en su día a día. Dentro de Instituto Cajal, el centro de investigación neurobiológica más antiguo de España, José Luis Pons Rovira dirige el grupo que se centra en esta disciplina. Su empeño es trasladar al paciente el conocimiento generado, con tecnología al servicio de su rehabilitación. "Que tenga impacto social", subraya. Ayer expuso sus líneas de investigación a los profesionales del Hospital Álvaro Cunqueiro, coincidiendo con el Summer School Neuras Rehabilitation que el CSIC y el Imperial College London celebran en Baiona.

-¿ Cuáles son las líneas de investigación más destacadas de su grupo?

-Las que resultan más llamativas para la gente son los robots, los exoesqueletos, tanto para piernas como para brazos, y también son las que generan una mejor primera impresión entre los pacientes.

-¿Por qué?

-Por ejemplo, una persona parapléjica confinada en una silla de ruedas, a lo mejor, puede levantarse por primera vez en años y dar algunos pasos. Eso tiene un impacto emocional muy fuerte.

-¿Cómo funcionan? ¿Qué beneficios aportan que no se consigan de otra manera?

-Hay varios. El hecho de recuperar una función, de volver a caminar, requiere un entrenamiento muy intenso, cotidiano durante muchos meses. Los robots te permiten intensificar esa terapia, practicando más tiempo y con más pasos y eso tiene un efecto sobre la recuperación. Además, llevan una serie de sensores conectados a distintas partes del cuerpo que ofrecen a los clínicos una información muy objetiva de cuál es la evolución.

-¿Para qué los utilizan?

-Hemos trabajado mucho para recuperar la capacidad de caminar, sobre todo, en lesionados medulares, parapléjicos y personas que han tenido ictus. También con el miembro superior, en enfermedades como la de Parkinson que llevan asociadas temblores patológicos que pueden ser muy discapacitantes. No es tanto recuperar la función, no vamos a frenar el progreso de la enfermedad, pero podemos aliviar o atenuar los síntomas que pueden llegar a inhabilitar a una persona para, por ejemplo, comer. El objetivo es que sean independientes.

-¿Cómo disminuye los temblores? ¿Solo cuando lo llevan puesto o se mantiene luego?

-Cuando lo tienen puesto, disminuye y estamos estudiando si se mantiene a más largo plazo. Aún no hay datos concluyentes.

-En estos casos, sería una prenda que llevar puesta todo el día.

-Cuando no recupera la función, sino que sustituye o palía, es como una silla de ruedas, que se utiliza para desplazarse porque no se puede caminar. Estimula eléctricamente los músculos para tratar de atenuar el temblor.

-¿En qué estado está? ¿Cuándo estaría en el mercado?

-Nosotros llegamos a la fase de prototipo y ensayo con unos cuantos pacientes. No tenemos la capacidad de hacerlos a gran escala. Luego, buscamos empresas que estén dispuestas a tomar el testigo. En el caso de las tecnologías para los temblores, acabamos de transferir las patentes a una empresa americana que está empezando con sus ensayos. No creo que estén antes de 5 o 10 años. El proceso es similar al de un medicamento; se busca verificar su eficacia y lleva mucho tiempo.

-¿En 20 años veremos el acceso de la población a estos robots como hoy a las sillas de ruedas?

-De hecho, podrían ser sustitutos de las sillas de ruedas, es una de sus aplicaciones. Un dispositivo que te puedas vestir y que te ayude a caminar de forma independiente. En 20 años es posible. El ritmo de desarrollo de estas tecnologías se está acelerando mucho. Hay muchos grupos a nivel mundial involucrados y, lo que es más importante, muchas empresas que apuestan por ello. En 10, 15 o 20 años puede haber ya dispositivos.

-¿Y los hospitales ya están apostando también por estos robots para la neurorehabilitación?

-Hay algunos que los tienen y los utilizan integrados en estudios de viabilidad e incluso en práctica clínica diaria. La decisión del hospital de apostar por estas tecnologías tiene que estar basada en la evidencia clínica y, en muchos casos, no existe aún. Por eso es un poco más tardía la incorporación.

-Supongo que también por el coste.

-El coste de esta tecnología, comparada con las que hay para el mismo fin en los hospitales, es muchísimo más bajo. Muchos tienen el Locomat para rehabilitar la marcha y cuesta unos 300.000 euros. Un dispositivo de estos lo puedes adquirir a partir de 50.000-60.000 euros y te da mucha más flexibilidad. Si el paciente ve que puede caminar en un pasillo, en vez de estar colgado de unos arneses en algo estático, motiva y eso también tiene su efecto.

-Usted es un ingeniero y trabaja para el ámbito clínico. ¿Qué importancia considera que tiene hoy el grado de bioingeniería?

-Es el que cataliza la colaboración técnica entre hospitales y universidades y la favorecerá también con el sector industrial. Las titulaciones clásicas en ingeniería adolecen de la parte clínica.

-¿Vigo llega a tiempo o ya está muy desarrollado?

-Se llega a tiempo si lo comparamos con otras universidades españolas y un poco retrasado si se compara con Europa, donde está establecida, por ejemplo, en Italia desde hace 30 años. En el grupo nuestro no hemos podido contratar aún a ningún ingeniero biomédico español porque creo que Carlos III fue la primera y solo lleva dos promociones.

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