"Mi hermano es un santo que ya les ha perdonado", manifestó a las puertas del juzgado Pilar, la octogenaria hermana del sacerdote que se ocupa de su cuidado. "Me dijo: Me dieron tantas patadas que creí que me mataban". Al día siguiente, antes de agravarse su estado, su hermano celebró misa y "dijo que les perdonaba". En el exterior del juzgado, acompañada por un primo suyo, expuso que Antonio sufre una invalidez del 95%, solo puede comer por suero, ha perdido la movilidad, le cuesta hablar y tiene "muchísimas lagunas". La vista oral continuará hoy con las pruebas periciales de los investigadores y los informes de los médicos forenses.