"Ya no sabía cómo decirle que no; me vigilaba, me espiaba, me perseguía, decía estar enamorado de mí para quedarse con mi dinero y obtener los papeles". Lo que en principio comenzó como una historia de amistad y altruismo se truncó en un devenir de denuncias policiales que irremediablemente terminaron en juicio. "Llegó a llamarme hasta 24 veces al día y también por las noches. Llegó hasta a presentarse en mi casa como si nada. Lo he pasado realmente mal", explicaba María T. tras la vista oral que condenó a su acosador.

El hombre, a quien esta mujer acogió de la calle y al que le dio durante más de un año techo, comida y sueldo a cambio de trabajarle en los cultivos que tenía, aceptó una pena de 3 meses de prisión por un delito de coacciones y deberá indemnizar a María T. en 1.200 euros por el daño moral causado.

La mujer, natural de Lalín, contaba cómo al principio de conocerse su actitud era "ejemplar". "Siempre dormía bajo las escaleras de mi portal. Me daba tanta pena que decidí ayudarle y lo acogí en una finca que tengo en Bouzas. Le pagaba todo, luz, comida y todo y él arreglaba el terreno y la finca, por lo que también le daba un salario. Era muy educado y agradecido; nunca hubo ningún problema hasta las navidades de 2015", explicaba ayer esta vecina de la ciudad olívica. Fue el día de Nochebuena cuando su acosador se le declaró. "A partir de ese momento todo cambió. Empezó con muchas insinuaciones sexuales y no nunca quise eso, así que después de un tiempo igual, decidí echarlo de mi casa", recuerda María T. , que indica que fue aquí cuando comenzaron las coacciones. "Hubo un momento en el que ya me pidió 3.000 euros para dejarme en paz, y otro día me reconoció que quería casarse conmigo por los papeles. Fue un auténtico calvario; desde aquel día me he vuelto exceptica con todo aquel que me encuentro", lamenta esta mujer.