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Los transportistas alertan de que el recorte de velocidad por obras en la A-55 reduce sus viajes

Critican que los tramos a 60 km/h recortan un 20% su productividad -"En dos viajes perdemos 15 minutos", apunta el sector, que avisa que es una autovía clave para viajar a las Gándaras y Madrid

Una señal en la autovía A-55, en la salida de Vigo, alerta de la reducción de velocidad por obra. // M. G. Brea

Las señales con limitación de velocidad que desde hace meses obligan a circular a 60 km/h por varios tramos de la autovía A-55 empiezan a pasar factura a los transportistas de Vigo y comarca. Su presidente, Ramón Alonso, explica que al tener que circular mucho más lento, los camioneros pierden eficiencia y ven lastrada incluso su productividad. A modo de ejemplo, Alonso -responsable de la Asociación de Empresarios de Transporte Discrecional de Mercancías de Pontevedra (Asetranspo)- explica que debido a las restricciones por obra, un camión llega a ver cómo el tiempo de ida y vuelta entre Vigo y O Porriño aumenta 15 minutos. Puede no parecer mucho, pero Alonso advierte que para los transportistas que realizan varios viajes entre esas dos localidades en un mismo día, termina suponiendo una pérdida considerable de tiempo. Al final de la jornada ese tiempo acumulado les impide realizar el mismo número de desplazamientos que realizaban antes de las limitaciones.

"Ralentiza el transporte", lamenta Alonso, quien pone énfasis en recordar que la A-55 es un vial clave para el sector, ya que enlaza Vigo con los polígonos de As Gándaras y A Granxa, en O Porriño; o Mos, zonas con una intensa actividad industrial. También es empleado para los frecuentes desplazamientos de mercancía a Ourense o Madrid. El responsable de Asetranspo insiste en que en tan solo 24 horas pueden circular por el vial "miles" de camiones. Según sus cálculos, los afectados llegan a ver cómo se reduce su productividad entre un 15 y 20% en comparación con los movimientos que hacían antes de que se instalasen las señales de reducción de velocidad por obra.

El "malestar" de los transportistas lo ocasiona en gran medida el ritmo y la deriva de los trabajos, que acumulan retraso y llevan tiempo sin registrar una actividad significativa. Las labores arrancaron hace casi dos años, en octubre de 2015, para mejorar el vial y reforzar su seguridad. Según los datos facilitados en su día por Fomento, se contemplan reformas en carriles para facilitar su fluidez y evitar accidentes por alcance. También una importante remodelación de los accesos a la altura del Meixoeiro, nuevos viales de servicio y la ampliación de la estructura central de la autovía en tramos peligrosos. En un inicio esos trabajos se iban a desarrollar en 19 meses, con lo que deberían haber finalizado a principios de verano.

A finales de junio Fomento reconoció sin embargo que el proyecto -presupuestado en 5,98 millones de euros- no estará listo hasta septiembre de 2018. En la práctica, esa demora supondría que el plazo de ejecución se disparase de los 19 meses previstos en un inicio a cerca de 34. Desde el ministerio que dirige Íñigo de la Serna se achaca ese aumento a "la presencia de servicios afectados", como líneas eléctricas, de alumbrado o cableado de la Dirección General de Tráfico, y para "minimizar afecciones". Fomento alegaba entonces que las obras siguen su curso: "No ha habido ningún problema ni paralización más allá de las afecciones propias de este tipo de obras".

Siniestralidad

Que las limitaciones de velocidad a 60 km/h en ciertos tramos se estén prolongando mucho más de lo previsto no es, sin embargo, el único aspecto de la A-55 que denuncian los transportistas. Alonso reconoce que la infraestructura partió con problemas de base, como su peligroso trazado, que lo convierte de hecho en una de las autovías con más siniestralidad de España; o -en parte derivado de esa circunstancia- las restricciones de velocidad en ciertos tramos del recorrido entre Vigo y O Porriño. En las curvas más peligrosas de la autovía los vehículos no pueden exceder los 60 kilómetros por hora de forma habitual, un margen que se controla de forma rigurosa a través de varios radares fijos.

El vial soporta una intensa densidad de tráfico. Hace 10 años lo usaban 60.100 vehículos diarios en el tramo más bajo, que transcurre entre el inicio de Mos y Puxeiros; y 39.700 en el más próximo a Vigo

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