Los contenedores que se reparten a lo largo y ancho de la ciudad sirven para deshacerse de las sobras de la comida, los desperdicios que se recogen al limpiar la casa... También para contribuir al reciclaje y dar una "segunda vida" al vidrio, el plástico o el papel. Más allá de esas funciones, los colectores tienen sin embargo otra utilidad casi igual de importante: aportar una "fotografía" del estado de salud de la economía de los hogares.

La ecuación es tan sencilla como incontestable: a mayor consumo, más residuos. Durante los años en los que crecía el desempleo e industria y construcción encaraban momentos duros, la cantidad de desechos que se genera en la ciudad bajaba. Ahora que la economía recupera aliento poco a poco -según los datos del IGE la tasa de paro del segundo trimestre era en Vigo del 18,8%, varios puntos por debajo de la que se anotó en el mismo período de 2016 (21,2%)-, aumentan las toneladas de basura retiradas de los contenedores verdes.

Los últimos datos de los que dispone el Concello muestran que entre enero y junio se recogieron en los colectores de residuos orgánicos 56.300 toneladas de basura, casi un punto porcentual más que el año pasado y -lo que resulta más significativo- el mayor volumen desde 2011. La serie de datos anuales muestra cómo entre 2010 y 2015 el volumen de desechos descendió de forma casi continúa, tan solo interrumpida por un pequeño repunte en 2014. En los últimos años sin embargo el dato ha ido aumentando de una forma más sólida.

Las estadísticas revelan también que el reciclaje se mantiene estable en Vigo. Aunque la cantidad de vidrio recogido descendió ligeramente y los envases repuntaron también de forma muy leve, el conjunto de los materiales se mantiene estable. En total se retiraron de los colectores especiales algo más de 4.100 toneladas, aproximadamente la misma cantidad que en el primer semestre de los últimos años, aunque bastante por debajo del dato que se logró en 2011, cuando durante el mismo período se rozaron las 6.300 toneladas.

El papel y cartón también ha logrado estabilizarse tras haber visto entre 2011 y 2015 cómo su volumen se desplomaba más de un 63%, lo que en la práctica supuso perder aproximadamente 2.300 toneladas en menos de cinco años.

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