La icónica subida al Tourmalet es famosa por sus exigentes rampas y sus innumerables curvas. El puerto en el que tantas gestas se han escrito a lo largo de los años fue testigo ayer de una nueva y admirable hazaña. El equipo de DisCamino liderado por el agente vigués Javier Pitillas y que cuenta con cuatro personas con movilidad reducida conquistó su cima tras varias horas pedaleando bajo la niebla y el frío. Lo consiguieron todos los miembros de la expedición, aunque tan solo Mauro e Iván, que padece schwannoma vestibular derecho (sordo-ceguera y pérdida de equilibrio) comenzaron la subida a pie de puerto. El resto lo hizo a diez kilómetros de la cumbre debido a las malas condiciones meteorológicas.

No comenzó bien la jornada. Las fuertes precipitaciones fueron una constante durante la madrugada del lunes y pusieron en riesgo la ascensión. Al menos para ayer. "Sabíamos que el Tourmalet lo subiríamos antes o después. No nos pensábamos ir de los Pirineos sin asaltar su cima", apuntaba Pitillas. Finalmente el equipo encontró una tregua a mediodía y comenzaron a escalar. El retraso acumulado y la amenaza de nuevas lluvias les obligó a tomar la decisión de que el grueso del pelotón iniciase la ruta a 10 kilómetros de la cima. "Era lo único que podíamos hacer. Mauro e Iván, que están mucho más fuertes, completaron toda la subida -23 kilómetros- y al final coronamos todos a la vez. Fue muy emotivo", relataba el agente.

La etapa fue doblemente especial para Isabel González. Por un lado por el hecho de conseguir llegar hasta donde solo unos pocos lo han logrado, y por el otro por repetir la ascensión que realizó hace casi 25 años, cuando todavía no sufría ataxia cerebelosa. También completó la segunda mitad de la subida el pequeño Borja Gómez, de 14 años y que no esperó nadie. "Cuando comenzamos a dar pedales atacó y ya no le vimos el pelo", bromeaba el policía.

La expedición recibió el caluroso apoyo de decenas de corredores que ayer decidieron enfrentarse al Tourmalet. "Cada ciclista que pasaba a nuestro lado nos daba ánimos para que continuásemos. Es muy emotivo ver a tanta gente con una sonrisa viendo nuestra aventura. Muchos se interesaron por nuestra historia y nuestro cometido", explicaba un emocionado Pitillas.

Tras varias horas dando pedales llegaron a cobijo del ciclista plateado que da la bienvenida en la cima a todos los corredores que han desafiado a las rampas del Tourmalet. La escultura se erige en memoria de Octave Lapize, el primer ciclista en coronar la imponente montaña el 21 de julio de 1910. Fue instalado en 1999 y cambia de ubicación durante el invierno para que no sufra las inclemencias del tiempo.

Hoy la expedición tiene el difícil reto de ascender Luz-Ardiden, un exigente puerto de 14 kilómetros que cuenta con más de 30 curvas de herradura. La cumbre ha sido final de etapa en el Tour de Francia en ocho ocasiones y entre sus vencedores destacan Miguel Indurain, Pedro Delgado, Lance Armstrong o Richard Virenque. Los siguientes que escribirán su nombre en letras mayúsculas serán los miembros de DisCamino.