A pesar del "efecto Maersk", que deriva tráficos a Marín; las trabas del Puesto de Inspección Fronteriza (PIF), que desvía mercancías a Leixões y el impacto de la huelga de estibadores, el puerto de Vigo logra resistir. Según los datos divulgados ayer por el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique López Veiga, en julio los tráficos alcanzaron las 379.000 toneladas, un 1,94% más que el mismo mes del año anterior, si bien en el acumulado del año -de enero a julio- se ha anotado una caída del 2,6%. Veiga puso el acento en el repunte de las mercancías, los graneles líquidos y la automoción, tendencia esta última que relacionó con la Autopista del Mar con Francia y Marruecos. "Tánger para nosotros es un punto estratégico, con el que cada vez tendremos más relación", zanjó.

El tráfico de contenedores se incrementó en julio un 9,81% y el de ro-ro un 16%, mientras que durante los siete primeros meses del año la pesca congelada repuntó un 2,31º%. Datos positivos que Veiga puso en valor y que le llevaron a abogar por la necesidad de mejorar la competitividad de los muelles vigueses. "La diferencia está en la estiba. La diferencia de costes laborables entre Vigo y Marín puede alcanzar el 40%", señaló Veiga, quien también avanzó que a día de hoy hay cerradas "entre 55 y 60" escalas de cruceros para 2018, con lo que reconoció que "es difícil" recuperar al menos el próximo año las cifras de ejercicios pasados.