Lo que para unos es arte para otros es una broma pesada y una falta de respeto: una simple gamberrada. En pleno fervor por las medianeras que se están pintando en la ciudad bajo autorización municipal, muchos supuestos artistas anónimos deciden decorar por cuenta propia muros e inmuebles en los distintos barrios de la urbe. Navia es uno de los más castigados. La comunidad de vecinos del portal 2 en el número 20 de la calle Teixugueiras denuncia que un vándalo ha estropeado parte de las zonas comunes del edificio. Los hechos se remontan al domingo, cuando los inquilinos más madrugadores comprobaron cómo sus buzones y un cristal de grandes dimensiones situado junto a la puerta principal habían sido dañados por un grafitero.

No es la primera vez que los bajos de este edificio sufren desperfectos de esta índole. "Hay locales comerciales que no están alquilados ni vendidos y en los que ya había habido pintadas. No dijimos nada sobre ellos porque no afectaban directamente a los vecinos, pero ahora se han pasado de la raya. No es normal causar este daño de manera tan gratuita", apunta Rafael Gómez, copresidente de la comunidad de vecinos.

Navia es una de las zonas de la ciudad con la media de edad más baja. Niños y adolescentes comparten espacios en un barrio de moda pero que se ve afeado por los grafitis incontrolados que hay repartidos en sus calles. "Hay decenas de pintadas que atentan contra el buen gusto y, sobre todo, contra la propiedad privada. No es algo que debamos consentir", asegura Gómez.

Los hechos ya fueron denunciados por los inquilinos y el administrador de la finca, aunque temen que su queja quede en saco roto. "La Policía Local no nos hizo caso y la Nacional, que si vino por aquí, nos aseguró que era muy difícil dar con el autor a no ser que lo pillasen in fraganti haciendo otra pintada", comenta el copresidente vecinal. Las 48 familias del edificio piden mayor vigilancia policial, sobre todo por las noches, para evitar que estos "desagradables" incidentes se repitan.

Pese a que desde el inmueble desconocen el nombre del individuo que les ha deteriorado parte del portal, tienen claro que es el mismo que ha dejado su sello en otros lugares del barrio. "Su firma está repetida en múltiples emplazamientos cercanos a nuestro edificio. Es la misma persona y seguro que luego se vanagloria ante sus amigos, pero lo que está haciendo es algo ilegal", denuncia Gómez.

El grafiti, de intenso color rojo, permanece en el mismo lugar en el que apareció. Estos dibujos se suelen realizar con aerosoles o rotuladores que pueden profundizar en las paredes donde se hacen. El coste para las comunidades de vecinos es elevado y muchas necesitan una derrama para poder eliminar por completo la creación adherida a su edificio.

Pese a que pocos propietarios dan su consentimiento, numerosos grafitis de gamberros ya forman parte de las fachadas viguesas. Tanto fincas privadas como instituciones públicas sufren las destrezas creativas de unos artistas urbanos que tan solo se detienen cuando son interceptados in situ por los agentes de policía.