Perciben nuestros sentimientos y estados de ánimo y tienen su propia personalidad, sin embargo, muchos jinetes ofrecen a sus monturas igual consideración que si se tratasen de vehículos que dejan en manos de los mecánicos tras espolearlos sobre el asfalto. La guardesa Alba Barros, titulada en Psicopedagogía, ha puesto a punto en su tesis doctoral el primer cuestionario que analiza las relaciones de este especial tándem competitivo tras entrevistar a 102 deportistas de España, Portugal y Malta.

"Es un ámbito sin estudiar desde el punto de vista de la psicología deportiva y hemos visto que muchos deportistas ven al caballo como un medio para conseguir sus objetivos. Olvidan que no es una moto, sino un ser vivo, un compañero. Y la relación es mejor con los mozos de cuadra que con ellos", destaca Barros, que desde hace tres años trabaja en Malta, donde es la responsable de las actividades de equitación terapéutica en la Fundación Inspire.

Su estudio está dirigido por el profesor de la Universidad de Vigo Joaquín Dosil, psicólogo del deporte y experto en alto rendimiento que también trabaja para el Real Club Celta. Alba entrevistó a deportistas, de entre 7 y 70 años, que practican modalidades individuales y de equipo: salto de obstáculos, ponis, doma clásica, horseball y polo.

Además de preguntar por las horas de entreno o los años junto al caballo, el cuestionario psicológico incluye 30 preguntas para determinar la comunicación y la empatía, el vínculo entre jinete y montura, los cuidados y el adiestramiento y la gestión emocional. "Obtuvimos una fiabilidad del 80%, cuando los cuestionarios generales que se utilizan son del 60%", apunta Alba.

Los resultados obtenidos revelan que las mejores puntuaciones las obtienen las amazonas en todas las disciplinas, así como los concursantes de doma clásica. "En esta disciplina, los movimientos son muy definidos y la compenetración entre deportista y caballo tiene que ser muy grande. Sin embargo, los que tiene que trabajar más la relación con su montura son los jinetes de deportes de equipo", comenta.

También obtienen altas puntuaciones en la relación con sus caballos los jinetes que compiten en la categoría de adultos o a nivel internacional, los que entrenan todos los días de la semana y más de 14 horas semanales, los que tienen más de 14 años de experiencia, los que compiten con montura propia y aquellos que llevan más de una década participando en pruebas con el mismo compañero.

Mejor rendimiento

Una vez que defienda su tesis, a Alba Barros le gustaría seguir investigando este tema y avanzar en el rendimiento como línea futura. De hecho, ya hay algunos estudios que vinculan una buena relación entre jinete y caballo a los resultados positivos en competición.

"Pasar tiempo con el caballo mejora la calidad de la relación. Y la comunicación debe ser positiva para que el animal se sienta seguro y motivado con su jinete. No hay que utilizar refuerzos negativos. El uso de fustas y espuelas provoca que reaccione por miedo y dolor, no porque sienta una cohesión de equipo. Y en ocasiones la respuesta puede ser totalmente la contraria a la buscada y que se rebele o coja miedo", advierte.

Por ello, Alba recomienda a los deportistas que participen en sus cuidados y compartan tiempos de ocio: "El vínculo se refuerza si le hablan o le cantan al caballo. La comunicación verbal y táctil es muy importante. Y el momento del cepillo, por ejemplo, es de mucho relax para ellos. También salir a pasear".

Ella conoce muy bien la psicología de los equinos, con los que ha estado en contacto desde pequeña. De hecho, se marchó a Malta para profundizar en sus conocimientos sobre equitación terapéutica. "En Galicia faltan especialistas con una base en psicología o psicoterapia, que es muy necesaria para lograr todos los beneficios posibles y evitar riesgos. Hay que adaptarse a las necesidades de cada caso", subraya.

En la Fundación Inspire trabaja mayoritariamente con niños, aunque también con adultos, que sufren parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down o trastorno de Rett. "Los caballos son muy sensibles pero aguantan los gritos o que les tiren de las crines si ven al terapeuta tranquilo. Son animales muy especiales y realmente los niños mejoran muchísimo: corrigen su postura, se tranquilizan, ganan autoestima... Es una terapia alternativa, no es mágica, pero ayuda mucho", defiende.